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Paco Ignacio Taibo I, un ejemplo del periodismo

EL UNIVERSAL

Escritor, monero, investigador, amante de los viajes tanto como de la buena cocina, cinéfilo, pero sobre todo periodista. Paco Ignacio Taibo I recibió el 15 de mayo pasado, en el Palacio de Bellas Artes, un reconocimiento a una trayectoria que inició en su natal España y que continuo en México a lo largo de 50 años.

Cuando su esposa Maricarmen le avisó que había ganado el Premio Nacional de Periodismo por su trayectoria, Paco sólo alzó la mano derecha en señal de triunfo.

Cada tarde, Paco paseaba por el Parque México. Acompañado de su enfermero daba de comer a los patos que habitan en el corazón de la céntrica colonia Condesa.

Pasado el mediodía, el periodista y escritor estaba listo con sus zapatos bien boleados y pantalón gris en perfecta combinación con el chaleco de rombos.

En abril pasado se lo encontró sentado en la sala de su casa en la calle de Culiacán. Lo rodeaban grandes libreros y cuadros coloniales. Sobre un mueble, la figura en bronce de un bote de basura del que sale tímido un personaje harto conocido: el Gato Culto.

Distribuidos en un mueble hay barcos en miniatura cuya idea de navegar se limita al espacio que ocupan dentro de sendas botellas. Y un barco fue el que abordaron rumbo a México, en 1958, Paco Ignacio, su esposa y su hijo, el ahora escritor Paco Ignacio Taibo II, a quien su madre se refiere cariñosamente como Pacoignacín.

En esa ocasión, Maricarmen recordó que la adaptación no fue complicada. “No fue difícil llegar a México. Nunca añoramos España, ni pensamos que volveríamos en cuanto pudiéramos.”Quizás esa es la causa por la que la hospitalidad es uno de los atributos más reconocidos del escritor. Benito Taibo, uno de los hijos de Paco Ignacio, dijo que la suya fue una casa refugio para poetas exiliados, artistas, cantantes y cineastas.

“Con la misma lógica con que México nos acogió como familia, él (Paco Ignacio Taibo I) abrió su casa a todos aquellos perseguidos del mundo, para convertirla en un lugar de amistad a toda prueba”. Ahí compartían alimentos lo mismo el poeta Pedro Garfias que el escritor Max Aub, igual Joan Manuel Serrat que Luis Buñuel, o Luis Alcoriza.

“En un momento determinado éramos amigos de todos los directores de cine importantes. Buñuel venía a comer un día a la semana”, recordó Maricarmen. Y es que la mesa de los Taibo siempre ha sido bien servida.

El gusto de Paco Ignacio por la cocina se nota en los libros que ha dedicado a la gastronomía, entre ellos Breviario de la favada y Breviario del mole. No obstante, él no cocinaba. Quien lo hacia era Maricarmen, quien no dejaba de reconocer que Taibo era un buen padre, un hombre extraordinario al que sus hijos adoraron.

“Aquí Paco fue la madre. Nos seguimos reuniendo en esta casa. Comemos juntos todos los lunes. Es difícil que un día a la semana no vengan por un lado unos y otros por otro lado”. Benito Taibo dijo en esa ocasión que si Paco Ignacio era un brillantísimo escritor, era aún más brillante como padre. Les transmitió el amor por el oficio periodístico y la lectura.

“En casa estaba perdido quien no leía; 90% de las conversaciones iban alrededor del libro y la lectura. Sólo podías hablar en la mesa si podías decir algo inteligente, es decir, si lo habías leído previamente”.

Benito Taibo reconoció que ante todo, su padre fundó una escuela periodística.

Todos aquellos que trabajaron con él siguen siendo sus incondicionales.

Quienes fueron sus reporteros evocan el consejo: “Ahora vayan a escribir: de manera tan sencilla, tan amena y tan compleja, como para que los entienda el señor que se encuentra a un costado de la Catedral, esperando para ser contratado como plomero, y tan interesante como para que los lea Octavio Paz.

“Siempre bromeaba mucho con todos y decía que odiaba el aroma del café. De pronto instalaron frente a su oficina una de esas barras donde vendían café de todo tipo, así que todo el tiempo estaba echando chispas por el olor del café, pero constantemente nos invitaba a los de la sección un cafecito”, recuerda Patricia Velázquez, ex reportera de la sección cultural.

No obstante, si hubo un personaje que eclipsaba hasta al mismo Taibo ese fue el Gato Culto. “Creo que fue Efrén, el caricaturista, quien en primera instancia trazó un gato peludo, con mucha cola, pero Paco quería un gato que fuera más importante por sus palabras que por el trazo. Y fue un éxito. Llegabas a una oficina de gobierno y ahí estaba pegado el gato, también en las papelerías. fue muy famoso”, dijo Maricarmen.

Cuando Taibo dejó el periodismo —si es que se puede dejar del todo— no hubo dolor, a decir de su esposa. Ya estaba cansado. “Trabajó mucho, incluso sin ver, con una secretaria en casa. Él le dictaba y ella mandaba diario su columna Esquina Baja. Fue así casi un año, pero siempre contento, feliz”.

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Escrito en: taibo

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