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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Enseñanzas de GOETHE

GOETHE es uno de los pensadores que más nos puede impulsar a vivir una vida plena, dado que siempre sus reflexiones las orienta a la vida práctica. En sus poemas de “Las Cuatro Estaciones”, escribió:

“Jamás en esos seres tan sensibles puse mi confianza: que es frecuente resulten unos malos compañeros los que tan delicados se pretenden”.

En efecto, uno de los obstáculos más dañinos que tenemos a fin de establecer relaciones cordiales con los demás, consiste en que algunas personas se molestan, se inhiben, ante la mínima crítica de sus interlocutores. Se trata de personas que no comprenden que sus exigencias desmedidas de ser tratadas con muchísimo cuidado, hace imposible unas relaciones abiertas y francas. Unas sanas relaciones con nuestro prójimo, sólo pueden darse en la sinceridad, pero jamás exigiendo cortesías desmedidas. Hay personas que se ofenden y molestan por todo, y así, es imposible depositar en ellas nuestra confianza, pues ante la mínima molestia del otro, se vienen abajo relaciones contraídas con esfuerzo y mucho tiempo.

Las personas que exigen ser tratadas con mucho cuidado y de manera especial, es casi imposible que sus relaciones con su prójimo sean sólidas y fructíferas. Y si nuestra capacidad para relacionarnos con los demás es deficiente, sufriremos de una serie de padecimientos: desde dolores de cabeza, decaimiento, inhibiciones de todo tipo, y una grave imposibilidad de prosperar en nuestro trabajo. Si no logramos establecer relaciones cordiales con los demás, jamás podremos conocernos a nosotros mismo ni a los otros. Y de este pobre conocimiento del comportamiento humano, de esta pobreza de conocimiento del corazón, se derivan serios trastornos emocionales.

GOETHE escribió también lo siguiente en “Las Cuatro Estaciones”:

“Si al libre ser aspiras hijo mío, aprende lo que es justo y a ello atente. ¡Date por satisfecho y tu mirada nunca arriba levantes impaciente”!

GOETHE captó admirablemente una de las causas que más trastornos emocionales y desdichas nos producen. Una de las exigencias irracionales que más nos perturban en nuestra vida, es cuando nos decimos: “Las personas deben tratarme con justicia, y si no lo hacen, es porque se trata de personas malvadas, y además, con ese trato yo no puedo ser feliz”. Pero el problema radica en que no nos detenemos a precisar lo que “es justo”, pues por lo general confundimos nuestros deseos con lo justo. Inclusive, cuando los demás no son justos con nosotros, es falso que por ello no podamos ser felices.

Lo que nos pide GOETHE es que advirtamos con claridad lo que es justo, y si nos atenemos a ello, podremos ser libres. La reflexión de este poeta es de un valor incalculable porque si nos atenemos a lo que es justo, aunque no alcancemos lo que deseamos, seremos libres y no tendremos por qué levantar impacientes nuestra mirada hacia arriba. Si la levantamos, es porque no nos atenemos a lo justo, venciéndonos nuestra altanería y orgullo desmedido.

GOETHE en “Las Cuatro Estaciones” escribió:

“¿Quién el más noble en cada clase sea? Pues aquel que se inclina al equilibrio siempre, sin preocuparse, generoso, de la propia ventaja o perjuicio”. GOETHE emplea la palabra “equilibrio” en el sentido de ecuanimidad, prudencia en los actos y juicios, condescendencia con los demás. El puro hecho de estar dispuestos de inclinarnos al equilibrio, denota en nosotros un firme rasgo de nobleza, sin importar la condición económica, social o cultural de una persona. Somos “nobles” cuando nuestros actos son generosos, magnánimos y de sentimientos elevados. Nuestra vida, nos dice CRITILO, no puede prosperar en la mezquindad, en la ruindad y en la bajeza de ánimos.

GOETHE durante toda su vida aspiró a lo noble, a lo bello y a lo verdadero, y siempre aconsejaba que solamente así podríamos gozar de una vida útil y dichosa. GOETHE nos aconsejaba que en todas nuestras acciones nos atuviéramos a los rasgos más nobles de nuestra alma, como la generosidad; y que no estuviéramos preocupados de los resultados de nuestros actos, pues lo importante no es que obtuviéramos necesariamente algún provecho, ya que en ocasiones nuestra generosidad y nobleza podrían acarrearnos algún perjuicio.

¡Así, que lo importante es nuestra nobleza, y no la avidez de lograr nuestras metas a cualquier costo!

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