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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Tiempos de ansiedad y de incertidumbre

¡No hay la menor duda: los tiempos en los que estamos viviendo se caracterizan por ser la época de la Ansiedad! Una de las grandes ventajas que nos da la ansiedad, es que nos obliga a ser conscientes de nosotros mismos, cuando lo peculiar de nuestro tiempo es que no tomemos conciencia de lo que somos y hacia dónde vamos.

La Organización Mundial de la Salud, Organismo de la Organización de las Naciones Unidas, declaró que la Ansiedad y la Depresión son ya, un grave y devastador problema de salud mental en el mundo entero. Y es que el problema radica en que en las sociedades de la gran mayoría de los países no hay un consenso de los valores fundamentales del hombre, no pudiendo guiarnos, en consecuencia, estas sociedades, a fin de que podamos saber “quiénes somos”, y “quienes deberíamos ser”.

Ante esta carencia de guía, nuestra época nos obliga (sin proponérselo) a que emprendamos una búsqueda de nosotros mismos. Sentimos ansiedad, y nos invade una pérdida de rumbo que nos hace sufrir. Esta ansiedad y desorientación nos producen adicionales sentimientos de inseguridad en todas nuestras dimensiones: nuestro trabajo, relaciones con los demás, valores y objetivos por los cuales vivir, etc. Reconocemos, que el mundo está en una situación caótica: guerras, hambre, enfermedades terribles, crimen, discriminación, fanatismos, intolerancia, fundamentalismos religiosos, etc.

Ante estas insoslayables realidades, nos preguntamos de una manera vaga o consciente: ¿de qué manera podemos lograr una integración interior de nuestra personalidad, para poder hacerle frente a un mundo desintegrado? ¿Cómo lograr alcanzar una certidumbre interior y un desarrollo personal a largo plazo que nos permita realizarnos, cuando en el mundo nada es ya seguro y todo está teñido por la incertidumbre?

Si incrementamos nuestras relaciones con los demás pero de una manera mucho más profunda, encontraríamos muchas respuestas a nuestras preguntas más vitales para nuestra existencia. Es un alto porcentaje el de almas dolientes que esconden su pesar ante la indiferencia de una sociedad cada vez más fría y carente de solidaridad. Esas almas dolientes han sufrido hasta lo indecible, y de ellas podríamos beber como si se tratara de una fuente de permanente sabiduría. El profundo sufrimiento hace sabios a los seres humanos; es más, sin sufrimiento no puede darse la sabiduría.

Preguntémosle a los que han batallado, cómo se han enfrentado y vencido sus problemas. El saber cómo han aceptado y cómo han triunfado en algunos problemas los otros, constituye uno de los caminos más certeros para nuestra personal integración emocional y espiritual. Ellos nos revelarán chispazos de sabiduría y nos contarán cómo encontraron valores y objetivos que dieron pleno sentido a sus vidas. El historiador Romano TÁCITO escribió: “La experiencia enseña”. Si le preguntamos a otro por su pesadumbre, aliviará o sanará nuestro sufrimiento, como lo expresó el poeta VIRGILIO: “La experiencia de la desgracia me ayudó a socorrer desgraciados”.

Jamás despreciemos al otro, ya sea que lo consideremos menos inteligente o menos preparado. Recordemos lo que dijo uno de los mejores psicólogos que ha dado el mundo, ALFRED ADLER, al haber escrito: “Los alumnos enseñan a los maestros” de la misma manera, el que ha sufrido mucho, el que ha pasado por transes muy difíciles, muchísimo tiene que enseñarnos, aún cuando nosotros nos consideremos superiores. Los mejores títulos universitarios, y por más inteligencia que tengamos, poca cosa será ante la sabiduría del que mucho ha sufrido.

La experiencia valiosa del otro nos es utilísima. Y también nos son de gran utilidad aquellos libros que nos den luz en la oscuridad de nuestras confusiones. En este sentido, toda lectura que nos ayude a integrar nuestra personalidad, es una lectura de autoayuda, pues esas lecturas serán para nosotros unos verdaderos espejos en donde nos reflejemos; en esos espejos observaremos nuestras carencias, errores, y debilidades, pero de esos espejos también se producirán verdaderos alumbramientos que nos ayudarán a encontrar los valores y objetivos que tanto necesitamos.

Vayamos al encuentro de los otros, de los que han padecido serios reveses, de aquellos que han podido aguantar y resistir toda clase de infortunios. Vayamos al encuentro de esos grandes sabios, sobre todo, de los grandes novelistas, quienes han logrado penetrar en las entretelas del alma humana. Todas estas personas nos enseñarán cómo enfrentar nuestra crónica inseguridad y cómo resolver nuestras crisis personales.

Para CRITILO, estamos verdaderamente necesitados de encontrar un centro de fuerza dentro de nosotros mismos, en un mundo en el que la seguridad es tan escasa. ¡Busquemos ese centro integrador, y de seguro que lo encontraremos!

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