‘DESDE MIS PRIMEROS PASOS SIEMPRE ME MANDÉ A MÍ MISMO’
Hay un porcentaje (por fortuna, mínimo) de la población, que ejerce un control muy escaso sobre su vida:
personas con enfermedades terminales, presidiarios, quienes padecen enfermedades mentales incapacitantes, alcohólicos crónicos, adictos sumergidos en las drogas, etcétera. Estas personas sufren
intensamente y ya han perdido su propio “sentido de identidad”.
Pero la gran mayoría de los seres humanos, sin distinción de clases sociales, de inteligencia, posición económica, edades, etcétera, sí podemos ejercer un alto control en muchos aspectos de nuestra existencia, como, por ejemplo: en nuestra alimentación, elección de amistades, conductas sanas como el no fumar, hacer ejercicio físico, saludables hábitos de trabajo, no postergar nuestros asuntos, desechar
nuestras fantasías catastróficas, trabajar en lo que nos guste, terminar con relaciones interpersonales
dañinas, asumir actitudes optimistas, etcétera, etcétera.
Ejercer un eficaz “control” sobre aspectos de nuestra vida explica examinar las situaciones, intervenir
en asuntos que puedan acarrearnos buenos o malos resultados, inspeccionar, comprobar nuestras suposiciones, mandar y exigir en lo concerniente a nuestros derechos, ser diligentes en el cuidado de
nuestra salud y en la de nuestros seres queridos, prever las dificultades, etcétera.
El emperador NAPOLEÓN BONAPARTE, dijo: “Desde mis primeros pasos siempre me mandé a mí mismo”. Y el religioso agustino ELUTERIO MANERO, escribió: “El control sobre sí mismo es la facultad de seleccionar sólo aquellos pensamientos que se conviertan en actos convenientes”. Y el astrónomo estadounidense SIMÓN NEWCOMB, dijo: “Si no somos responsables por los pensamientos que pasan por
nuestro cerebro, al menos somos responsables por lo que hacemos nosotros”.
Creer que podemos ejercer un alto control sobre nuestra vida no es una fantasía. Y el mejor ejemplo de que no se trata de una fantasía es analizando esta cuestión al revés: veamos lo que sucede con muchas
personas que conocemos y lo que le sucede a una gran cantidad de personas de las que recibimos información a través de los medios de comunicación: Personas que transitan por calles de la ciudad a alta velocidad y en estado de embriaguez, hombres y mujeres que pierden la vida por decenas de millones
cada año en muchos países, a causa de una exceso de peso. Las previsiones de la Organización
Mundial de la Salud, afirman que en el siglo XXI morirán más de mil millones de seres humanos en el
mundo solamente a causa del cigarro, etcétera.
Y ahora veamos lo que sucede con personas que sí saben y sienten que pueden ejercer un alto control
sobre sus vidas: hombres y mujeres saludables, gracias a sus hábitos alimenticios, millones de estudiantes en países de todo tipo, gracias a su disciplina escolar, padres y madres responsables que forman hijos felices, obreros que trabajan con responsabilidad y con ello, alimentan a sus familias; la gran mayoría de conductores de vehículos y que por su prudencia jamás han tenido una accidente, aviadores que pilotean miles de aviones cada día sin causar un solo accidente por su negligencia, etcétera.
La vida de cada día nos muestra claramente los dos ejemplos: las personas que no ejercen control sobre
sus actos, y las personas que sí ejercen un alto control sobre sus conductas. Y en medio de estos dos
extremos, tenemos los ejemplos de una alto porcentaje de la población que ejerce un adecuado control sobre su comportamiento.
¿Y qué decir de los millones de personas en todo el mundo que reconociéndose alcohólicos, permanecen sobrios durante años y muchísimos por el resto de sus vidas, gracias a los grupos de Alcohólicos Anónimos? Caminar sin rumbo es perderse y acercarse a las llamas de un infierno terrenal desgraciado; caminar con rumbo, controlando actitudes y conductas sustanciales de nuestra existencia, es gozar de las
delicias del cielo en nuestra tierra.
Bien lo dijo el poeta: “Con nuestra imaginación podemos hacer de un cielo un infierno y de un infierno un
cielo”. Pues bien, con el control de esenciales comportamientos nuestros, nos dice CRITILO, podemos
hacer de nuestra vida una existencia mucho más dichosa y llena de éxitos.
CRITILO nos sugiere lo siguiente: que empecemos a ejercer el control sobre aspectos pequeños, pero muy significativos y motivantes, pues quedaremos convencidos que sí podemos ejercer un alto control.
Empecemos por controlar nuestro entorno: cambiar de lugar nuestra cama, pintar de colores a nuestro gusto nuestra oficina o sala, empezar a tomar decisiones en situaciones a las que tememos, reclamar derechos a empresas y a personas que han abusado de nosotros; expresarnos con mayor franqueza
con miembros de nuestra familia, compañeros de trabajo y desconocidos, etcétera.
Un estudioso de este campo del control escribió: “Bienaventurados aquellos que pueden elegir sus propios
asuntos”. ¡Como por arte de magia, nos dice CRITILO, cuando empecemos a ejercer control aún
sobre asuntos pequeños, empezaremos a incrementar nuestra autoestima y nuestra dicha!