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Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Factores fundamentales de la felicidad

Parece ser, que la mayoría de la gente está de acuerdo en que la felicidad y la desdicha dependen de la combinación de dos factores fundamentales: de la mala o buena suerte, y de la personalidad de cada uno. No cabe duda: cualidades de la personalidad como el optimismo, la capacidad de adaptación a los cambios de la vida, saber que se ejerce un buen control en nuestras cuestiones vitales, y una buena autoestima, son los factores más importantes para la felicidad.

Pero tampoco podemos negar que la diosa Fortuna, ciega y caprichosa, puede desbaratar nuestros mejores proyectos; o bien, nos puede llenar de favores y dádivas sin el menor merecimiento, por lo que la Fortuna (la mala o buena suerte) incide en nuestra felicidad y desdicha. Ya sabemos, que la mala suerte entra a las chozas más humildes, pero también hace estragos en los palacios más suntuosos. Bien lo dijo el historiado Romano SALUSTIO: “Todo lo domina la fortuna; ensalza o abate no por que la verdad así lo imponga, sino por simple capricho”.

Pero si observamos cuidadosamente, la buena Fortuna se inclina más a favor de las personas felices y juiciosas, mientras que la mala Fortuna tiene predilección por los desdichados. Ya la Biblia lo había afirmado: “Al que tiene se le dará más, y a quién no tiene, se le quitará”.

Todos sabemos, que la percepción de la buena y de la mala suerte es muy subjetiva y si no, veamos: ¿a cuántas personas conocemos que padecen de estreches económicas, que han perdido a seres cercanos y muy queridos, que todo tipo de adversidades han sido sus constantes compañeras, y que a pesar de todo ello se sienten bien y son al menos, relativamente felices? Y en cambio: ¿a cuántas personas conocemos que la buena suerte siempre los han acompañado, que gozan de perfecta salud, su situación económica es muy holgada, pero que viven lamentándose de la vida y que en realidad son muy infelices? Pero es que no nos hemos dado cuenta, ¿que la manera cómo apreciamos las cosas, y que esa apreciación depende de nosotros, es decisiva para nuestra dicha o infelicidad?

La vida nos reparte las barajas, y siempre de manera caprichosa, pero quienes ganan los juegos la mayoría de las veces, no son los que recibieron las mejores cartas: ases, reyes, etc. sino quienes mejor supieron jugar.

Nuestros antepasados de hace 25,000 años, y aun los que vivieron hace 200 años, dependían en gran medida de la buena o mala suerte para su desdicha o para su felicidad. No tenían ningún control ni ayuda para las grandes enfermedades, catástrofes naturales, escasez de alimentos, etc. En cambio, hoy en día, las personas de todos los países (a excepción de las poblaciones que padecen de hambre crónica y gravísimas enfermedades, como sucede en los países del Subsahara africano), dependemos mucho menos de la ciega Fortuna. La técnica, la medicina, la información, nos dotan de poderosos instrumentos para gozar de una vida mejor.

En los tiempos actuales, investigaciones muy serias de universidades como la de Harvard, han comprobado que la mayoría de las personas podemos ser felices con algunos factores básicos: tener una buena dosis, y saberlo, de control sobre nuestro comportamiento en el comer, en hábitos como el de asumir actitudes optimistas, entablar relaciones cordiales con los demás, y esforzarnos en adaptarnos a los cambios de nuestra vida.

Dijo el filosofo Alemán SCHOPENHAUER, que él para saber si una persona era feliz o no, no necesitaba saber si la persona era joven, adulta o anciana, rica o pobre, fea o bella, etc.; sino lo que necesitaba era saber si esa persona era alegre, capaz de contentarse con su suerte, cordial con los demás, si utiliza bien sus capacidades. Para SCHOPENHAUER, si las personas le atribuyen un alto valor a la alegría, a la sencillez, y al contentamiento con los pequeños regalos que le da la vida de manera constante, esa persona será feliz. Por lo tanto, la felicidad no depende de las riquezas ni del talento, sino de una actitud fundamental: alegrarse de lo que es y de lo que la vida le da, y de mantener una actitud optimista.

CRITILO nos pide que asumamos esta actitud que tanto nos recomienda SCHOPENHAUER: “A la alegría, cuando se presente, debemos abrirle de par en par todas las puertas, pues nunca llega a destiempo”. CRITILO opina que una de las canteras más ricas para nuestra felicidad está en asumir nuevas actitudes que dependan de nosotros y no de la veleidosa Fortuna; actitudes como estas: emprender conductas más optimistas, ser más expansivos afectivamente con los demás, y estar convencidos de que podemos ejercer una gran dosis de control en cuestiones fundamentales de nuestra vida.

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