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Palabras de poder

Jacinto Faya Viesca

El ala quebrada del carácter

En una columna anterior hicimos una somera descripción de algunos rasgos psicológicos de las personas que con frecuencia estallan en ira y cólera. Pero hoy, explicaremos algunas de las causas profundas de todo iracundo, que a la vez que sufre por este problema, causa daños a muchas personas.

Ya sabemos que el colérico cuando no puede contener su ira, insulta, rompe objetos, o agrede físicamente a otros. A veces, la ira es una reacción absolutamente normal, y más bien, cuando permanecemos serenos e impávidos ante causas que justificarían nuestra cólera, sería anormal no reaccionar con ira.

La ira, es una pasión del alma, que impulsa a cometer actos de violencia contra las personas y las cosas. Esta pasión, toda persona sana la tiene impresa en su código genético. De hecho, la ira justificada y bien canalizada, ha sido una de las pasiones que forman parte de nuestro instinto animal de conservación.

Pero la ira y la cólera que una persona expresa con una anormal frecuencia, y generalmente sin motivos que la justifiquen, es una pasión destructiva que delata al iracundo como a una persona con un serio trastorno de su personalidad. Todo iracundo, al contrario de lo que se cree, es en el fondo un ser débil, asustado, con una impaciencia crónica, y con un nivel de tolerancia bajísimo a todo tipo de frustración. “La ira es como una locura breve”, dijo el poeta HORACIO. Y muy atinadamente, ALBERTANO BRESCIA, descubrió la falsa potencia del colérico: “El hombre airado siempre cree poder hacer más de lo que en realidad puede”.

El colérico crónico, sin saberlo, lo único que hace con sus estallidos de ira es descubrir sus debilidades y miedos. En la superficie de su cólera muestra un caparazón duro como la tortuga, pero dentro de ese caparazón sólo encontramos materia blanda. La aparente fortaleza de su ira surge de un ala quebrada de su carácter. La irritación constante del colérico denota una sensibilidad inflamada, tan anormal como una piel permanentemente irritada que busca alivio con el roce de sus uñas, aunque después la irritación sea mayor.

Es cierto, que hay personas que nacen con temperamentos más fuertes, y con tendencias más agudas a ciertas pasiones y sentimientos. Pero en el caso del colérico crónico, sus explosiones anormales de ira no se deben a que “así nació” (como él dice), sino a una deficiente crianza de sus primeros años de vida. Padres que humillan, rebajan y comparan desfavorablemente a sus hijos, están creando a futuro, jóvenes y adultos que llevarán para siempre la vergüenza y humillación de su pésima educación temprana.

Todo colérico esconde en el rincón de su corazón sus humillantes sentimientos de inferioridad, siendo la ira un falso camino del colérico por compensar su sentimiento doloroso de poca valía personal. Para el colérico, las personas son, por naturaleza, hostiles, como también le parece hostil el mundo que le rodea. Por esta razón, el iracundo desconfía de las personas.

Además, irracionalmente, todo iracundo exige un trato especial; es puntilloso, quisquilloso, y tiende a ofenderse con suma facilidad. Con todo colérico debemos pesar y medir las palabras y ser muy delicados en la forma de decírselas, pues tiende a interpretar de una manera hostil el más mínimo descuido de la persona que le habla.

CRITILO se pregunta: ¿está todo perdido para el colérico? Por supuesto que no. En los casos graves, solamente la ayuda de un competente psiquiatra o psicólogo será el mejor remedio. Y en los casos medianos y ligeros, lo mejor será que el colérico se dé cuenta que su ira proviene de su infancia. Que tome conciencia que sus padres no quisieron dañarlo, pero que simplemente no supieron brindarle una educación sentimental normal y adecuada.

El colérico puede poco a poco irse curando, siempre y cuando cuide mucho su conducta iracunda. Darse cuenta, que las personas y el mundo no son lo hostiles que él piensa. Poco a poco, ir elevando su nivel de tolerancia. Darse cuenta, que su ira es pura debilidad, y que una conducta contraria, como la calma, lo convertirá en una persona mucho más fuerte y sana.

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