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PALABRAS DE PODER

Jacinto Faya Viesca

La persona “acumulativa”

Las personas “receptivas” y las “explotadoras”, tienen en común que todo lo esperan recibir del exterior y nada de sí mismos. El “receptivo” es como un niño chiquito: quiere y exige que se le dé todo: Amor, bienes, mientras que no está dispuesto a dar, o da con cálculo y muy poco. El “explotador”, se vuelve astuto y listo, y todo lo quiere recibir también del exterior, ya sea robando, engañando, o explotando al más débil.

La persona “acumulativa” es muy diferente a los dos tipos anteriores. El “receptivo” y el “explotador” saben que fuera de ellos existe un mundo de abundancia, y que sólo basta manipular para recibir, o engañar y quitándole, los bienes a otros. En cambio, el “acumulador” parte de la idea de que fuera de él existe un mundo de escasez; por ello, el rasgo psicológico del “acumulador” es juntar, amontonar, guardar lo más que pueda, y tratar de que nada salga, o que sólo salga lo estrictamente indispensable.

La persona “acumuladora” (hombre o mujer), en el terreno de las relaciones amorosas, no se da, no se entrega a la persona que ama, pues ella misma forma parte de lo acumulado, de lo guardado y amontonado. Por ello, la persona “acumuladora” es en el terreno amoroso, intensamente posesiva: el amor del otro o de la otra le pertenece junto a su persona, y ya no debe de salir de sus posesiones.

Si se trata de conocimientos, el “acumulador” amontona su saber en su cerebro, pero será incapaz de enseñárselo a otros; sólo a él le pertenece y a nadie más. Jamás vamos a ver a un “acumulador” como a un maestro desinteresado, como a un científico dispuesto a darle al mundo lo que sabe; y por supuesto, no hemos visto ni veremos jamás, a un filántropo “acumulador”.

En el terreno económico, cuando da, siente que se empobrece, no obstante que sus ingresos sean enormemente mayores que sus reducidas salidas. Su seguridad está en el ahorro, y su mortal amenaza, radica en todo lo que sea un gasto.

La avaricia, la codicia y la usura, no podríamos entenderlas sin este rasgo enfermizo del alma de todo “acumulador”. En el fondo del trastorno emocional de toda persona “acumuladora”, se da una grave falta de confianza en sí mismo, y una visión de escasez del mundo exterior. Su falta de confianza en sí mismo la suple con usar su inteligencia en obtener ventajas económicas de todas las personas que pueda. El “acumulador” (en sentido negativo) es el “ecologista perfecto”: consume lo mínimo, no desperdicia nada, ahorra a lo máximo y restringe al máximo el gasto suyo, de sus seres más queridos, y de las personas que colaboran con él o con ella.

Toda persona “acumuladora” es excesivamente ordenada, planea todo con sumo cuidado, y la limpieza física, es casi una compulsión.

CRITILO nos dice, que extirpar este rasgo enfermizo de toda persona “acumuladora” es casi imposible, pues estas personas además de su enfermedad, padecen de una falsa y distorsionada idea de ellas mismas, de los demás, y del mundo. Por eso, CRITILO nos advierte, que seamos precavidos en nuestro trato con estas personas, pues seremos, en cualquier momento, una presa más de su acumulación que todo lo devora y guarda.

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