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PALABRAS DE PODER

Jacinto Faya Viesca

La benevolencia y la buena voluntad

Cuando nuestro corazón hierve de envidia o de odio, es imposible que podamos penetrar en el conocimiento de las personas y de las circunstancias. Podremos ser muy perspicaces, pero aun así, el odio y la envida nubla nuestra vista y no podremos observar con claridad.

En cambio, cuando a nuestra perspicacia se asocia el amor y la benevolencia, la mirada de nuestro corazón penetra en el mundo de las cosas y de las personas, y nuestra alma nos capacita para emprender los asuntos más elevados y nobles a que nos llama nuestras naturales capacidades.

La “benevolencia” consiste en la benignidad y buena voluntad que mostramos hacia las personas. Solamente podremos ser benignos cuando somos bondadosos.

La benevolencia, la benignidad y la bondad, son hijos del bien. Ya SAN PABLO nos había amonestado: “No nos cansemos de hacer el bien”. La persona benevolente y benigna no pude serlo para ciertas personas, y para otras, ser malvada y mala. Por eso, mucha razón tuvo el romano PUBLILIO SIRO, al haber escrito: “Sólo es hombre bueno el que lo es para todos”.

La envidia y el odio nos ciegan, nos quitan la luz del entendimiento y nos conducen a un mundo de tinieblas. En cambio, la buena voluntad y la benevolencia nos llenan de luz el corazón y nos convierten en videntes. El odio y la envida enceguecen y viven en la oscuridad, mientras que la bondad y la buena voluntad nos dan mirada de águila y un Sol para penetrar con luz en los lugares más oscuros y recónditos del corazón humano.

La benevolencia constituye uno de nuestros más preciados tesoros. GOETHE, en una de sus supremas obras escribió: “Uno sólo está realmente vivo cuando disfruta de la benevolencia ajena”.

La frase de GOETHE es absolutamente verdadera. No es lo mismo que existamos, a que realmente estemos vivos. Existir en la soledad, o existir con el desprecio y el odio de nuestros semejantes, es vivir en la desconfianza, en el temor permanente a ser dañados por otros y ser testigos del desprecio que causamos. En cambio, vivir disfrutando de la benevolencia de los demás, es vivir plenamente.

HANS SEYLE, el médico endocrinólogo canadiense de fama mundial, por sus aportaciones médicas en el tema de los devastadores efectos del estrés, dice en una de sus obras, que no hay mejor antídoto contra el estrés, que el vivir sintiendo el respeto y cariño de los demás. La persona malvada, jamás podrá sentir, lo que es la benevolencia de los demás; le está vedada la experiencia humana cumbre de la buena voluntad de sus semejantes.

CRITLO nos dice, que luchar por alcanzar metas como el dinero o la destacada posición social dañando a los demás, es el peor negocio que podemos llevar a cabo. Cuando dañamos a otros para escalar posiciones, dejamos tirados en el camino a muchos que desearán nuestro mal, que nos despreciarán, y tal vez, que vengarán nuestra afrenta. Gozar de la benevolencia, es un manjar riquísimo que la vida les brinda a los hombres y mujeres de buena voluntad.

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