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Palabras de poder

Jacinto Faya Viesca

PERSONAS COMUNES Y SENTIDO COMÚN

¡Si realmente creyéramos, que contamos con enormes recursos personales para resolver problemas de nuestra vida que creíamos que eran insolubles, nuestra vida sería más feliz y exitosa!

No estamos hablando de un acto de “mentalismo” o de “sugestión”, sino de una profunda toma de conciencia que nos dotaría de fuerza para estar resolviendo problemas a los cuales ya nos habíamos entregado en sus brazos, como se entrega un débil barco a un mar embravecido.

Todas las personas, no importando su grado de escolaridad, cuentan con ciertas experiencias para saber si están reaccionando ante un determinado problema de su vida, con realismo o no. Saben, si están reaccionando emocionalmente de manera correcta ante una determinada desilusión, el rechazo de una persona que les importa mucho, o si sus reacciones son exageradas ante un determinado peligro.

Es que verdaderamente, entre la población, un buen porcentaje de personas ha llegado a adquirir una notable comprensión sobre la conducta de los otros y de sí mismos. El educador francés, Julio Payot, decía en el siglo XIX, que entre los campesinos de su país siempre conocía personas con un juicio más sano, que la gran mayoría de los rectores de las grandes universidades de su país y de naciones de Europa.

Las personas comunes como nosotros, reaccionan ante el fallecimiento de seres queridos, rupturas sentimentales, de una manera admirable. Y es que sólo un bajo porcentaje de personas realmente necesitaría de ayuda de un profesional de la salud mental.

Y es que desde niños, fuimos cometiendo muchos errores, y aprendimos de ellos, y a la vez, nos dábamos cuenta de los errores de nuestros padres y hermanos, y también de estos errores obtuvimos valiosas experiencias. ¿Y qué decir de la sabiduría popular expresada en refranes, dichos, etc.? Esa sabiduría popular, es verdaderamente riquísima, pues se ha idos perfeccionando con el tiempo. Y además, contamos con el ejemplo de los éxitos y fracasos de los demás, que nos dejan valiosas enseñanzas.

Equivocadamente se dice, que “el sentido común, es el menos común de los sentidos”; es decir, que la sensatez y buen juicio (sentido común) es algo muy escaso entre los seres humanos. Es absolutamente falso, que sea escaso el “sentido común”. Veamos: cuantos millones de madres solteras hay en nuestro país. Pues bien, esos millones de madres solteras, la gran mayoría de ellas con baja escolaridad y sin dinero, saca adelante a sus hijos.

No me canso de escuchar los relatos que me hacen de sus vidas tantas madres solteras, quienes con un enorme orgullo me cuentan cómo han podido darle educación a sus hijos, sin más apoyo que su esfuerzo personal y su enorme amor a ellos. Para esta inmensa tarea de estos millones de heroínas de nuestro país, como son las madres solteras, ¿realmente creemos que carecen de sensatez y buen juicio, es decir, de sentido común?

En lo personal, me fío mucho más del sentido común de una persona sencilla y de condición humilde, para que me aconseje, que del sentido común de un rico prepotente o de un intelectual pedante.

El Premio Nobel de Medicina, el médico y neurólogo, Santiago Ramón y Cajal, dice en una de sus obras, que si exponemos al firmamento una placa fotográfica por un prolongado tiempo, se imprimirá en ella astros tan lejanos, que no pueden ser observados por grandes telescopios. Y también nos decía, que si concentramos nuestro cerebro y atención en un solo problema o tema de estudio, adquiriremos con el tiempo una atención enormemente robusta, dado que nuestra anatomía neuronal se modificaría para responder con una gran eficacia ante ese problema o tema de estudio.

De igual manera, si observamos nuestra conciencia, y ponemos atención en nuestros procesos psicológicos internos, y observamos también, cómo reaccionamos y cómo reaccionan otras personas ante la desilusión, el miedo, la entereza, la desesperación, etc., iremos incrementando nuestro conocimiento sobre la conducta humana, tal como en el ejemplo de Ramón y Cajal. Ya hemos dicho en otras ocasiones, que el conocimiento de nosotros y de los demás (conducta humana), es el conocimiento más útil para nuestras vidas.

Es absolutamente cierto: la persona común y ordinaria, como lo somos cada uno de nosotros, ha logrado acumular, en distintos grados, una gran cantidad de conocimientos que le permiten conocerse a sí mismo y a los demás. Esta comprensión sobre sí mismo y los demás, verdaderamente lo capacita para lograr una buena adaptación al medio y a sus dificultades.

Critilo nos dice, que desgraciadamente, aunque la persona común, cuenta con todas las ventajas mencionadas, al no creer profundamente que puede resolver por sí solo la gran mayoría de sus problemas emocionales, paraliza las fuerzas de su inteligencia, su experiencia, y su afilado sentido común. En cambio, cuando se da cuenta que en realidad goza de ese conocimiento “intuitivo”, de esas acertadas “corazonadas”, y de una vasta experiencia, su “sentido común” empezará a operar libremente y con una asombrosa eficacia.

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