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Palabras de poder

Jacinto Faya Viesca

Cuando nos comprometemos con toda nuestra alma, surgen en nosotros fuerzas insospechadas.

Jack Simplot empezó su carrera como recolector en un campo de papas, y terminó convirtiéndose en el fabricante de papas fritas más importante del mundo. En una de sus ediciones, la revista Forbes calculó su fortuna en más de 500 millones de dólares. En una conferencia que dio en el Estado de Idaho, nos relata el escritor Robert Conklin, Jack Simplot: “La equivocación más importante que he cometido en mi carrera profesional ha sido que nunca he pensado bastante a lo grande”. Este enorme triunfador en los negocios se criticaba de nunca haber “pensado bastante a lo grande”. Por su parte, el vendedor de seguros Ben Feldman es recordado como una leyenda en el negocio de seguros de vida. “Las ventas totales -nos dice Conklin- que realizó a lo largo de su vida superaron los mil millones de dólares”.

Hago esta referencia, no por que crea que solamente es un triunfador el que tiene éxito en los negocios o en alguna actividad profesional. Ya he dicho repetidamente en esta Columna, que el éxito personal es muchísimo más, que los ingresos que obtiene una persona, o el poder social o político que conquista. El éxito personal es siempre “un traje a la medida”, en el que juegan un papel esencial, factores de índole vocacional, emocional, de gustos, moral, etc. Una persona podrá haber conquistado grandes logros en el terreno económico, profesional, o social y en cambio, esa persona puede ser y sentirse totalmente fracasada. Recordemos los suicidios de tantas personas millonarias, y de artistas mundialmente famosas, quienes a pesar de su éxito, se sintieron tan mal, que prefirieron privarse de la vida.

Las historias de las personas que han pensado “en grande”, son interesantes. Pero su enorme éxito en lo que emprendieron no se debió a que hayan “pensado en grande”, sino a que también “sintieron” en grande, y se “comprometieron” en grande. Y éste es el propósito de esta Columna: saber, que cada uno de nosotros, en la medida de nuestra instrucción, condición social y económica, estamos totalmente capacitados para pensar, sentir, y comprometernos en grande. Y esto nada tiene que ver con la ambición económica y con la búsqueda del poder político o social. Sino que en el momento que deseamos con toda el alma poner todos nuestros esfuerzos en una misión, tarea o compromiso, automáticamente, nuestras fuerzas espirituales, intelectuales y emocionales convergerán en un punto: en la esencia de esa tarea, vocación, misión y compromiso. Puede tratarse de que nuestras fuerzas esenciales las pongamos al servicio de los demás; o bien, en el desempeño de un trabajo bien hecho, por más modesto que sea. Pero en el momento en que nos comprometamos con toda nuestra alma, surgirán en nosotros fuerzas insospechadas, y vendrá a nosotros todo tipo de ayuda externa en nuestro auxilio.

CRITILO está convencido que no importa la tarea a la que nos dediquemos, siempre y cuando sea recta y honorable. Y que el éxito nos abre sus puertas no en el momento en que pensamos en grande, sino que con nobleza de espíritu, también sentimos y nos comprometemos en grande en lo que con amor hacemos.

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