LAS VIRTUDES SON LAS QUE HACEN BUENOS TIEMPOS Y LOS VICIOS LOS QUE LOS VUELVEN MALOS
Del “tiempo” hablamos todos como si se tratara de un tema que nos fuera perfectamente conocido, pero en verdad, hay tantas maneras de querer comprenderlo y de sentirlo, que al final de cuentas no sabemos de qué se trata. Desde una vivencia psicológica, VIRGILIO escribió: “Breve e irreparable es para todos el tiempo de la vida”. Y desde una óptica del deber, CICERÓN lo concebía de manera diferente a VIRGILIO. CICERÓN dijo: “Para vivir como es debido, el breve tiempo de la vida es bastante largo”. En cambio, teñido por el sentimiento de la melancolía, JOB en la Biblia exclamó: “Porque, he aquí que pasan los cortos años y ando por un sendero del que no volveré”. Y desde una visión estrictamente ceñida a la moral, el genial SAN AGUSTÍN amonestó diciendo: “No digas que el tiempo pasado fue mejor; las virtudes son las que hacen buenos tiempos y los vicios los que los vuelven malos”. Uno de mis autores favoritos en el campo del conocimiento de la vida, lo es SÉNECA. Los consejos prácticos de este profundo pensador, lo hacen uno de los maestros incomparables sobre el “arte de vivir”. No me resisto a transcribir una larga reflexión que nos da sobre “el tiempo”, en su Epístola I. SÉNECA nos dice: “De tal manera debes obrar, querido LUCILIO, que seas dueño de ti mismo, y recoge y conserva el tiempo que acostumbran arrebatarte, sustraerte, o que dejas perder. Persuádete de que te escribo cosas ciertas: nos arrebatan parte del tiempo, nos lo sustraen o lo dejamos perder. Lo peor de todas estas pérdidas es la que ocurre por negligencia propia; y, si atentamente lo consideras, verás que se emplea considerable parte de la vida en obrar mal, mayor aún en no hacer nada, y toda en hacer lo contrario de lo que se debía. ¿Quién me presentarás que dé su verdadero valor al tiempo?, ¿que aprecie el día?, ¿que comprenda que diariamente se acerca a la muerte? Nos engañamos al considerar que la muerte está lejos de nosotros, cuando su mayor parte ha pasado ya, porque todo el tiempo transcurrido pertenece a la muerte. Haz, pues, querido LUCILIO, lo que me escribes que haces; emplea bien todas las horas, y menos necesitarás del porvenir, cuanto mejor trabajas en el presente. Mientras nos detenemos, transcurre el tiempo. Todas las cosas nos son ajenas, querido LUCILIO, solamente es nuestro el tiempo. De esta única cosa nos puso en posesión la naturaleza, pero es tan ligera y resbaladiza que nos la puede quitar cualquiera; y tal es la necedad de los hombres, que agradecen las bagatelas que se les conceden y por nada cuentan el tiempo que se les ha dado y que, sin embargo, tan grande cosa es que ni el más generoso podría pagar jamás”.
A CRITILO le parece que la concepción que SÉNECA tiene sobre el tiempo nos es de muchísimo valor y utilidad. Para este filósofo, “el tiempo” es un regalo inapreciable que nos dio la naturaleza; y para este pensador, nada más absurdo que dejar que otros nos lo arrebaten, y que nosotros mismos lo malgastemos. El tiempo es lo que marca el inicio y el fin de nuestras vidas. El tiempo puede ser nuestro mejor aliado para aprovechar la vida de manera más óptima. Tiempo es el que necesitamos para amar a nuestros seres queridos, para gozar de la naturaleza, para conversar con nuestros amigos, para deleitarnos con las grandes creaciones de la música y la literatura, para trabajar creadoramente en lo que más nos agrade. La tela de la vida está hecha de tiempo; de nosotros depende que vistamos con las mejores galas.