EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Palabras de Poder

Jacinto Faya Viesca

Nuestras voces interiores

Amar y expresarle nuestro amor a quien amamos, constituye un acto de gran valentía. Develar nuestro amor a alguien es desnudar nuestro ser con el riesgo de ser rechazados; por ello, algunas personas prefieren quedarse solas ante el riesgo del rechazo. No es cierto, que un adulto que le expresa su amor a una persona y es rechazada, destruye su identidad. El rechazo puede constituir uno de los sufrimientos más intensos que pueda sufrir una persona. Pero aún siendo rechazada, siempre se tendrá a sí misma.

Personas que se han divorciado, separado de su pareja, o que ya no están con la persona amada por haber fallecido, su situación puede ser muy dolorosa. Pero todos conocemos a personas viudas o ya solas, que no están pendientes de ser constantemente atendidas por sus hijos o seres queridos. No están esperando que las colmen de atenciones y de muestras de amor. Se trata de personas que llevan su soledad no solamente con un gran decoro, sino que en realidad nos asombran porque han encontrado muchas maneras de deleitarse a sí mismas. En sus caras, jamás aparece el letrero: “por favor, quiéranme, ocúpense de mí.” Al contrario, su rostro nos revela: “estoy ocupada, estoy siempre haciendo algo que me deleita, y por favor, no estén tan pendientes de mí”.

NATHANIEL COTTON escribió: “El mundo no tiene nada qué dar; de nuestro yo, deben fluir nuestras alegrías”. Y el moralista francés CHAMFORT en su obra, Máximas y Pensamientos, escribió esta reflexión: “la naturaleza no me ha dicho: ‘No seas pobre’. Y menos aún: ‘Sé rico’. Pero me grita: ‘Sé independiente’”.

Deleitarnos a nosotros mismos no es algo fácil, sino por lo contrario, difícil. Pero si queremos gozar de un buen grado de independencia y de autonomía, debemos esforzarnos en enseñarnos a encontrar maneras para deleitarnos. Una de las maneras más sabias, y que además está absolutamente probada por la experiencia humana, consiste en saber escuchar a nuestra “voz interior”.

En nuestra niñez, sabíamos con absoluta precisión cuáles eran nuestras necesidades del momento, y percibíamos con una asombrosa nitidez, las emociones que nos embargaban. Sabíamos, cuando teníamos hambre, acudíamos a los brazos de nuestros padres cuando sentíamos que necesitábamos su cariño; nos deteníamos calmadamente en nuestros pensamientos y sueños. Pero a medida que íbamos creciendo, los gritos de nuestros padres y las órdenes de nuestros profesores se imponían y apagaban nuestras “voces interiores”.

Habernos rebelado contra las órdenes de nuestros padres, hubiera sido muy peligroso, y hubiéramos puesto en serio riesgo nuestra propia sobrevivencia. De alguna manera, nuestros padres sabían mejor que nosotros, cómo debíamos alimentarnos adecuadamente, no cruzar las calles transitadas, pues podríamos ser atropellados por algún vehículo, tomar las medicinas prescritas y no fingir que la tomábamos y tirarla. De niños, fue indispensable dejarnos guiar por nuestros padres, y haber apagado por momentos nuestras voces interiores y no hacer caso de nuestros caprichos.

Pero ahora, ya somos adultos, y para sobrevivir no necesitamos del cuidado y de las órdenes de nuestros padres. Ahora, de adultos, no debemos desconectar el cable que nos permite escuchar nuestras “voces interiores”.

Una de las prácticas más enriquecedoras para nuestra alma y más alumbradora para nuestra existencia, consiste en retomar lo que de niños hacíamos: “escuchar nuestras voces interiores”. ¡Claro que es una tarea difícil!, pues por mucho tiempo hemos tenido amordazadas esas “voces interiores”, y lo que es peor, muchos las han silenciado.

CRITILO nos dice que la mordaza y silencio que le hemos impuesto a nuestras “voces interiores”, nos han causado irritación crónica con nosotros mismos.

Nuestras “voces interiores” revelan lo más puro y auténtico de nuestra conciencia, y expresan lo más genuino de nuestra alma: quejas, deseos, sueños rotos, proyectos por hacer; rescatar nuestras “voces interiores” es acariciar lo más noble de nuestra alma. Esas vocecitas nos pondrán a la vista las fuentes más abundantes donde podremos deleitarnos a nosotros mismos durante toda nuestra vida. ¡Nuestras “voces interiores” son nuestros mejores amigas!

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 401463

elsiglo.mx