Como en el combate a la delincuencia organizada, en que el Gobierno de Felipe Calderón privilegia el impacto mediático al abatimiento real de la inseguridad, en el programa contra el hambre y la carestía se ha buscado más generar una impresión favorable a través de los medios que establecer condiciones que en efecto aseguren el abasto y el acceso mayoritario a los bienes indispensables para la vida. Para conseguir ese impacto mediático las Acciones de apoyo a la economía familiar se presentaron en Los Pinos con asistencia del Gabinete económico y social, el presidente envió un mensaje en cadena nacional de radio y televisión y el secretario de Desarrollo Social detalló la porción de aquel programa que le corresponde. Tres actos mediáticos destinados a obtener el asentimiento social, independientemente de la sustancia de las metas y los instrumentos correspondientes.
La mayor parte de las medidas resumidas en el mensaje del lunes son estériles o de efectos muy limitados. Por ejemplo, es una mentira abierta o una verdad muy a medias decir que se van “a eliminar todos los impuestos a la importación de trigo, arroz, maíz blanco y maíz amarillo… reducir a la mitad los impuestos de importación de leche en polvo… y autorizar una cuota de frijol libre de arancel, a fin de que estos impuestos no repercutan en el precio de los alimentos o incluso para que al bajar el impuesto pueda también bajarse el precio de alguno de estos productos”.
La liberación aludida ya ocurrió, ya surtió sus efectos y no cabe esperar nada de medidas carentes de sustancia. El primero de enero, al entrar plenamente en vigor el Tratado de Libre Comercio, las importaciones de trigo, arroz, maíz y sorgo procedentes de Estados Unidos y Canadá quedaron plenamente libres de aranceles. Y de esos países, principalmente el primero provienen las compras mexicanas de esos granos: el ciento por ciento del arroz, el maíz blanco y el sorgo llegan del mercado norteamericano; de trigo, de allí proviene el 56.3 por ciento, y de Canadá el restante 43.7 por ciento. Sólo en el caso de la leche en polvo podría haber algún efecto positivo, en tratándose del producto importado de Nueva Zelanda y Argentina, que suman más del cuarenta por ciento de nuestras compras al exterior. Pero ya no paga aranceles el 54. 3 por ciento que llega desde Estados Unidos.
Las medidas de apoyo a los productores se concentran en el sector minoritario de la agricultura de riego y modernizada. Se dará “un impulso sin precedente a la tecnificación del riego”, construyendo bordos, sustituyendo bombas, recubrir canales. Todo lo cual está muy bien hasta que se reflexiona en que de los 22 millones de hectáreas de tierra cultivable sólo 6 corresponden a las beneficiadas permanentemente con agua, mientras que suman 16 las de temporal. Y aunque no están mecánicamente unidas las nociones de modernidad y disponibilidad de agua, el fomento al uso de fertilizantes y a la adquisición de maquinaria agrícola se concentrará en una escasa porción de productores, mientras que la inmensa mayoría, que no tiene acceso a los químicos ni a los tractores no recibirá aliento alguno.
Sí lo tendrán, en cambio, las empresas comercializadoras, las que sustituyeron a Conasupo en su papel de acopio y regulación del mercado agrícola, de granos particularmente. En una reunión sin reflectores, a diferencia de las del domingo y el lunes, la secretaría de Agricultura anunció un incremento a los apoyos federales a esas empresas. Por cada tonelada de maíz reciben 190 pesos por flete, 185 por almacenaje y pignoración y, a partir de agosto, un incremento de cien pesos por tonelada al precio del maíz. Todo eso, más mantener en cinco pesos el kilo de harina de maíz implica un subsidio que se reparte entre el consumidor y el distribuidor. La estrecha relación del Gobierno panista con esas comercializadoras (y con Maseca) hace que resulte demagógica la exclamación de que “no toleraremos ni especuladores ni acaparadores”, pues está en la esencia de empresas como Cargill adquirir cosechas, almacenarlas y poner en venta cuando los precios les son convenientes, es decir acaparar y especular.
Es igualmente propagandístico incluir entre las medidas de protección a la economía familiar el mantener los precios de los energéticos (gasolina, diesel y gas lp) que por ser permanentes no forman parte de la lucha contra la carestía y la escasez.
También está revestido de propaganda (explícitamente con el marbete Vivir mejor), pero tendrá efectos reales en la vida de los destinatarios, el incremento en las entregas en efectivo a quienes están inscritos en los programas asistenciales del Gobierno Federal: “los beneficiarios de Oportunidades recibirán ahora —dijo Calderón, aunque su secretario Cordero precisó que a partir de julio— 365 pesos en lugar de los 195 al mes que ya venían recibiendo anteriormente a fin de complementar su gasto en alimentos. Así, el promedio de los recursos de dinero en efectivo que va a recibir cada familia inscrita en el programa Oportunidades va a pasar de 535 a 655 pesos mensuales. Esto representa una inversión de cuatro mil quinientos millones de pesos tan sólo este año y va a beneficiar… a casi 26 millones de mexicanos”.
Más vale poco que nada, y más vale tarde que nunca. Sean bienvenidas las acciones que realmente apoyen a la economía familiar, pero distingamos las que sólo buscan tener efecto mediático, las que modernizando la antigua fórmula de pan y circo se difunden a través de la tele.