Hay mamás aventureras que eligen como mejor regalo del Día de la Madre un viaje a alguno de sus destinos favoritos.
EL UNIVERSAL
MÉXICO, DF.- Es necesario consentirlas. Es por ello que aquí les proponemos algunas ideas para festejar a mamás intrépidas, románticas o que sólo quieren relajarse.
Aventura en Valle
Para quienes buscan aventura. El Rodavento Hotel Boutique está ubicado muy cerca Valle de Bravo, en una zona montañosa. El plus de este lugar, además de su diseño, son sus actividades: : tirolesa, muro de escalar, rapel, kayak, bicicleta de montaña y senderismo. Cuenta con un spa donde podrán relajarse después del ejercicio y un restaurante a la orilla de un pequeño lago.
Apapachos en Tulum
Un destino para la mamá hedonista. En las cabañas del hotel Los Lirios podrá disfrutar de los placeres de un spa –yoga, masajes, aromaterapia y lectura del oráculo maya, entre otros- combinados con la belleza del mar Caribe. A sólo un kilómetro de la reserva de de Sian Ka´an y a siete kilómetros de las ruinas de Tulum, lo cual lo hace un sitio perfecto para disfrutar de la naturaleza y la cultura.
Regreso al seno materno en Veracruz
El temascal es un lugar de ceremonia ritual que exalta la salud física, emocional, mental y espiritual. Te permite estar en contacto con la naturaleza y con tus sentidos. Es un “baño de vapor” en una estructura cerrada en donde se introducen piedras calientes, sobre las cuales se vierte una infusión de plantas medicinales para producir el vapor. En el hotel Aldea Jalcomulco, además, es posible practicar rafting y visitar el prehispánico pueblo de Jalcomulco.
Danzón en el malecón
Hace calor. Las calles están llenas de turistas y vendedores de puros, raspados y relojes falsos. A tu alrededor hay edificios antiguos, cafés, bares y restaurantes. El aire huele a mar. Escuchas el romper de las olas y el bullicio del malecón de Veracruz. Tú, bailas danzón frente al edifico municipal –construido en 1968- con la persona que más ames. Te sentarás después a descansar en una de las banquitas de alrededor. Estás contenta de haber realizado este viaje.
Escala la peña de Bernal
El pueblo de Bernal es mágico por muchas razones, no sólo es posible caminar por sus calles, comer mazapán, queso artesanal o un helado de fresas con crema, comprar pulseras de perla de río y caleidoscopios a los marchantes. También puedes pasar una tarde de aventura, escalando el tercer monolito más grande del mundo, y disfrutar de la vista y sus alrededores.
El callejón del beso en Guanajuato
Este callejón, de sólo 68 centímetros de ancho, es celebre debido a la leyenda de dos enamorados cuyas familias prohibían verse y en cuyos balcones se daban cita, a escondidas, los dos amantes. Visitar este callejón es un ritual obligado para aquellas mamás que quieran pasar una noche de romance y belleza arquitectónica.
Paracaídas
Para mamás que gozan de experiencias fuertes. Saltar en paracaídas le brindará una dosis de adrenalina que podrá compartir con sus hijos y tal vez, al no tener límite de edad, con los nietos. Siente lo que es desplazarse por los aires de Cuautla, mientras planeas atada al arnés de un instructor.
Bailando con fuego en Chiapas
Al terminar el día en Palenque, después de haber recorrido las ruinas o visitado las cascadas de Agua Azul y Misol Há se le antojará, tal vez, ver un espectáculo y disfrutar de una buena comida. Esto se puede hacer en el restaurante del “Panchán” –centro de hospedaje ubicado a tan sólo unos kilómetros de la zona arqueológica-. Ahí podrás ver, durante los fines de semana, a grupos musicales y bailarines con fuego mientras. No se necesitas reservación, sólo asegúrate de llegar temprano para que puedas alcanzar una mesa justo al lado del escenario.
Nado con delfines en Xel-Há
Imagina poder nadar con uno de los mamíferos acuáticos más inteligentes. Seas o no amante de los delfines, te enamorarás de la fuerza y brío del animal. Durante 45 minutos podrás tocar y verlos jugar, saltar o escuchar su canto y ser impulsado por uno de ellos. En el parque natural de Xel-Há, también se puede bucear, esnorquelear y relajarse en un camastro en el mar.
