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Para qué votar...

HORA CERO

Roberto Orozco Melo

El próximo domingo 19 tendremos elecciones de diputados locales en el Estado de Coahuila, una oportunidad más para que los ciudadanos evidenciemos nuestro interés por la democracia y por la buena integración del Poder Legislativo coahuilense.

Hace días, en una mesa de café, charlaba con un grupo de amigos sobre el enorme costal de problemas económicos que nos echó al lomo el señor George Walter Bush, causa de lo causado con el crack financiero estadounidense que todavía nos espanta, estremece y agobia a pesar del fulgurante optimismo de nuestro señor presidente, don Felipe Calderón Hinojosa.

Metiche como soy de naturaleza quise mejorar el nivel de la conversación y me pareció oportuno introducir el tema de las inminentes elecciones locales para diputados, al cual me refiero en el párrafo inicial. En más de tres rostros alcancé a ver un gesto desagradable de los corifeos; como si el fruncimiento de la nariz y el rictus en la boca pudieran devaluar la importancia del tema de los comicios.

Está probado que el solo hecho de hablar de elecciones causa en algunas personas de naturaleza reactiva un efecto similar al de la pomada de “Iodex” que deshace las bolitas. O peor, pues también parece estimular la vejiga y deprimir la prudencia: mientras uno de los cafeadictos se levantó para ir al baño, otro alzó la mirada como buscando inspiración en la losa del techo y un tercero repeló, sin ambages: “Pareces un evangelista que trata de vender biblias Quieres que votemos por el PRI”.

¿Y por qué no? le pregunté. Antes siempre votaste por el PRI, ¿ahora te avergüenza? o ¿acaso está prohibido charlar sobre este tema? Las elecciones son un asunto que flota en el ámbito de la opinión pública: periódicos y periodistas lo ponderan a diario, hablan de ello los comentaristas locales de televisión y radiofónicos y hasta el molinero que nos hace el favor de triturar los membrillos para la cajeta lo sacó a cuento el otro día. A todos debería interesarnos, si no ¿para que obtuvimos nuestra credencial de elector? Tú sabes que en el corto instante de cruzar la boleta electoral estamos solos en la caseta donde votamos; nadie vigila o inquiere el sentido de nuestro sufragio, pues cada uno votamos de acuerdo con nuestro propio criterio. Que haya gente que cruce la boleta en contra o a favor del PRI, o del PAN, o del PRD es algo natural en las elecciones, pues para eso somos libres. Aquí y ahora lo importante es que los ciudadanos cumplamos la obligación de votar para que nuestro derecho constitucional de elegir no se nos vaya a oxidar nomás por pura desidia.

A lo largo de nuestra existencia mi esposa y yo hemos votado en todas y cada una de las elecciones, ya fueran municipales, estatales o federales y siempre que fue posible invitamos a nuestros pequeños hijos a que nos acompañaran a cumplir nuestra obligación. Pasó el tiempo y luego ellos empezaron a votar siempre acompañados de sus propios hijos, nuestros nietos. Votar así debería ser parte de nuestras tradiciones familiares mexicanas, pues para los padres, cumplir el derecho, la obligación al voto en presencia de sus hijos, constituye el modo más convincente y seguro de crear y fortalecer la conciencia cívica colectiva. Desde la familia y con la familia todo resulta más útil, fácil y digno.

En la actualidad los procedimientos electorales son, por fortuna, mejor organizados y más limpios que muchos de los que tuvimos en los dos últimos tercios del siglo XX. Cuando los líderes priistas se dieron cuenta de que no necesitaban ni debían recurrir al gastado catálogo de mañuelas y trucos electorales ya que contaban con suficiente membresía para ganar cuerdamente los comicios, se allanaron a legislar la serie de normatividades electorales y organismos de vigilancia y arbitraje que están en vigor.

Quienes ahora suelen hacer chapuza son los partidos sin partidarios que se lanzan a la “moruza” en el reparto de los premios de consolación conocidos como diputaciones o senadurías plurinominales, o los que simplemente fingen mohinas y cojijos para evitar la cancelación del registro de sus partidos al no alcanzar el porcentaje mínimo de votos requerido por el código electoral.

Hagamos un esfuerzo por cumplir como ciudadanos el domingo 19 a cualquier hora hábil para votar. Que este sea un día especial y disfrutable, no importa con qué partido nos identifiquemos. Votar es nuestra obligación, pero no lo es votar por un determinado candidato sino por el que nos parezca mejor entre los que compiten en el distrito y sección electoral a que pertenecemos. Estos datos están ahí, escritos en la credencial de elector. El domicilio de la casilla donde debemos depositar el voto aparecerá en los medios impresos de su municipio el mismo día de la elección. Busquémoslo y cumplamos para ejemplo de civismo a las futuras generaciones. ¿Estamos?

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