El color es el elemento más divertido de los huevos de pascua. (Archivo)
EL UNIVERSAL
MÉXICO, DF.- Conejos de chocolate, huevos pintados de colores y decoraciones de inspiración bucólica son los signos distintivos de la Pascua en muchos países europeos y de tradición anglosajona. Aquí también se han adoptado y pueden ser una excelente oportunidad para convivir y divertirse con los más pequeños.
En el mundo de fantasía creado en Suiza en torno a la Pascua, el famoso conejo de chocolate es el rey y a él le corresponde esconder los huevos (también de chocolate o cocidos y pintados) que los niños tendrán que buscar el Domingo de Resurrección para llenar sus canastas.
Al parecer, la tradición proviene originalmente de la epopeya finlandesa de Kalevala, según la cual el mundo nació de un huevo. En la Edad Media, el Papa Julio III prohibió consumir huevos en la Cuaresma. El domingo de Pascua se levantaba la veda y con gran alegría de todos, en especial de los niños, salían al campo para recogerlos, entonando cantos de aleluya.
El fervor por los huevos se desataba, tanto en la cocina como en los regalos entre familiares, amigos y sirvientes. Como la conservación de los huevos durante la Cuaresma era problemática -no había refrigeradores-, lo habitual era bañarlos en cera líquida. Así, la fina capa protectora que los cubría permitía mantenerlos más frescos. De ahí vino la costumbre de colorearlos y decorarlos con ceras.
En las celebraciones paganas, el conejo es símbolo de fecundidad y se le asocia con la llegada de la primavera, pero existe una leyenda popular que justifica, desde el punto de vista cristiano, la existencia del “conejo de pascua”.
Se dice que uno de estos animalitos estuvo encerrado en el sepulcro junto a Jesús y presenció su resurrección y se convirtió en el mensajero que comunicó a todos la buena nueva regalando huevos pintados.
La Pascua es considerada por algunos como una “segunda Navidad”, a lo que contribuye el que muchos hogares sean decorados con objetos alusivos, como los conejos y los huevos, que son colgados en los árboles o en los apartamentos, escondidos entre las ramas de alguna pequeña planta.
Ingredientes: Huevos (los que se quieran utilizar).
Aproximadamente una cucharadita de colorante de alimentos (30-40 gotas).
1 cucharada de vinagre.
Entre media y una taza de agua.
Preparación: La receta básica para los huevos pintados es la siguiente: se hierven los huevos en la solución hecha con vinagre, agua y colorante. Se pueden barnizar después con aceite de oliva o aceite vegetal y un trapo suave, para darles más brillo. Es más divertido comerse un huevo cocido de colores que uno simple.
La tradición dice que hay que pintarlos de rojo brillante en alusión a la sangre de Cristo o de verde intenso, evocando el follaje que surge en la primavera.
PARA HACERLO DE CHOCOLATE
Las nuevas coberturas de chocolate permiten elaborarlos en tres pasos: Fundir la cobertura a baño maría hasta los 40º y retirar del fuego. Limpiar los moldes con forma de mitades de huevo con un algodón embebido en alcohol. Dejar secar. Verter el chocolate, mover el molde para que se distribuya bien y poner boca abajo sobre un papel encerado. Llevar al refrigerador hasta que se solidifique. Y por último sacar las dos mitades de huevo y colocarlas sobre una placa tibia boca abajo. Poner las sorpresas (juguetes, otros dulces) dentro de una de las mitades. Pegar los bordes ya ablandados. Decorar con duya con chocolate blanco (si el huevo es negro) o con glasé.