Este mes será definitorio para el futuro del Partido de la Revolución Democrática (PRD). La unidad o la ruptura entre las corrientes antogónicas de los “Lopezobradoristas” y “Los Chuchos” se decidirá de cara al mes de octubre, cuando inicien formalmente las elecciones intermedias del 2009 para renovar la Cámara de Diputados.
"Es posible que en septiembre se dé un momento de definición ineludible dada la reforma energética que se discute en el Congreso. Si cada quien sigue su camino se puede llegar a una situación límite. La unidad necesita de la aceptación de las partes a una instancia de decisión”, señaló el análisis del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRD.
Las posturas se han enconado porque, por un lado, Andrés Manuel López Obrador, líder indiscutible de uno de los bloques, se ha negado a discutir las controversias de manera colegiada, en los órganos existentes, como sería el caso del Consejo Nacional, señala el informe de la Secretaría de Formación Política del CEN del PRD.
Sin embargo, los llamados “Chuchos” han decidido por su parte asumir formalmente la dirigencia del PRD, con una serie de acciones y decisiones que les dan el control absoluto del partido, como es la negociación del paquete presupuestal del 2009 con el secretario de Hacienda, Agustín Carstens.
De acuerdo con análisis internos del propio PRD y el Frente Amplio Progresista (FAP), López Obrador ya perdió más de la tercera parte de sus electores, lo que implica que el año próximo el PRD no contará ya con ese “bono” que le redituó más de 15 puntos porcentuales en las elecciones presidenciales del 2006.
El PRD volverá a su piso histórico de entre el 15 y el 17%, que lo dejará nuevamente como tercera fuerza política en el panorama nacional y con el riesgo de verse todavía más debilitado con las acciones que realicen el Partido del Trabajo y Convergencia para restarles más votos.
Esto ocurre en medio de un panorama de inminente radicalización del bloque Lópezobradorista que arrancará el próximo 15 de septiembre, con la celebración del grito de independencia, en el Zócalo que, paradójicamente, se convierte en una fecha complicada para el país.
Se vislumbran tomas de tribuna, cercos al Congreso, cierre de avenidas, calles y carreteras y tomas de aeropuertos. La estrategia Lópezobradorista, de acuerdo con los análisis internos del PRD, es generar una escalada de inestabilidad que debilite a Felipe Calderón a tal grado que lo orillen a la posible dimisión del cargo.