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Pequeñas especies / “LA CLÍNICA VETERINARIA”

MVZ. Francisco Núñez González

Uno de los recuerdos más gratos que guardo desde que abrí la clínica, fue cuando mi hijo Paco que tenía cuatro años de edad, al ver el local terminado, equipado, con un aroma a flores, aún sin perros. Me preguntó que si le obsequiaba la clínica, me extrañó y a la vez se me hizo muy conmovedora la pregunta, pensé, tal vez va a seguir los pasos de su padre y me dio mucho gusto su petición.

Han pasado casi veinte años y de mis cuatro hijos, Alejandra es la única que estudia la carrera de Veterinaria, actualmente cursa el octavo semestre, Paco estudia administración, Sofía en primaria y Carolina aún no se decide qué estudiar, sólo asisten a la clínica mis hijos cuando solicito su ayuda o hay mucho trabajo, o cuando mi asistente se encuentra de vacaciones o simplemente cuando necesitan dinero.

Al principio creí que era el único veterinario con hijos “anticlínicas”, pero el comentarlo en una de las reuniones de la asociación, me di cuenta que la mayoría de mis colegas se encuentran en la misma situación y eso me hizo entender un poco la situación, definitivamente no todos lo llevamos en la sangre.

Una de las causas por las que decidí escribir el presente artículo, fue por las anécdotas de perros y gatos que intercambiamos en las reuniones mensuales de nuestra asociación. Definitivamente no todas las historias tienen un final feliz, todos los veterinarios que se dedican a la clínica de cualquier especie animal, han vivido situaciones difíciles y de mucho estrés y más cuando los dueños de los animales no comprenden los riesgos de una cirugía o simplemente el organismo del paciente no responde a los medicamentos y muere.

En este tipo de actividad vemos la más variada clientela que se pueda imaginar, niños que encuentran un ave herida, la tarántula que no quiere comer o el pez que amaneció triste, así como familias de muy escasos recursos con un enorme amor a los animales, que prefieren atender a su mascota enferma y quedarse sin comer al día siguiente. Igual quieren a sus nobles mascotas, la familia del gran empresario, la del profesionista, la de un empleado, de un futbolista, o la de un gran político.

Todos, absolutamente todos los dueños de mascotas son personas de sentimientos nobles, desde el momento que hicieron el compromiso de hacerse cargo de un animalito, hicieron un pacto para toda la vida, donde éste va a estar a expensas de sus dueños a cambio de alegrarles el corazón.

A través de los años dedicados a la clínica veterinaria, nos hemos dado cuenta que esta alianza tiene un hechizo sorprendente que transforma a las personas; a la gente seria y callada la vuelve alegre y comunicativa, a los niños desconfiados y tímidos los convierte en seguros de sí mismos y extrovertidos, a los ancianos adustos y malhumorados los transforma en gente amable y servicial.

Afortunadamente en la clínica de pequeñas especies me atrevo a decir que la mayoría de nuestros clientes son personas de enormes sentimientos y es un verdadero placer trabajar para nuestros pacientes así como para sus dueños y decirles que cuentan con la reciprocidad del agradecimiento con la que nos honran el valor de su confianza.

Pequenas_especies@hotmail.com

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