Corría el año de 1875 en un poblado de la provincia de Jaén, España, habitaba un campesino dueño de una mula ya muy vieja, misma que un día cayó en un pozo que había en la finca. El hombre escuchó los bramidos del animal y corrió para ver el motivo de los ruidos de la acémila.
Le dio pena ver a su fiel servidora en esa condición, pero después de analizar cuidadosamente la situación, creyó que no había modo de salvar al pobre animal, vieja y lastimada, más valía sepultarla de una vez en el mismo pozo.
El campesino llamó a sus vecinos para que le ayudaran a enterrar la mula y así evitar que continuara sufriendo. Al principio, la mula se puso muy nerviosa, incluso pensó que su fin había llegado, pero a medida que aquellas personas continuaban paleando la tierra sobre su lomo, vino la calma y una idea vino a su mente: cada vez que una pala de tierra cayera sobre sí, ¡ella debía sacudirse y subir sobre la tierra! Esto hizo la mula palazo tras palazo. “Sacúdete y sube. Sacúdete y sube. Sacúdete y sube”. Repetía la mula para alentarse a sí misma.
No importaban cuán dolorosos fueran los golpes de la tierra y las piedras sobre su lomo, en medio de la tormentosa situación la mula luchó contra el pánico y continuó “sacudiéndose y subiendo”. Poco a poco notaba que fue elevándose el nivel del piso bajo sus extremidades, los hombres sorprendidos captaron la estrategia de la mula y eso los alentó a continuar paleando.
Con paciencia y serenidad llegó el punto en que la mula cansada y abatida, pudo salir con un brinco de aquel fatídico pozo.
La tierra que parecía que la enterraría, se convirtió en su bendición, todo por la manera en que ella enfrentó la adversidad.
¡Así es la vida! Si enfrentamos nuestros problemas y respondemos positivamente, haciendo a un lado el pánico, la amargura, y las lamentaciones de nuestra baja autoestima, todas las adversidades que vienen a nuestra vida a tratar de enterrarnos, nos darán el potencial para “seguir subiendo” hasta recuperar la calma y salir adelante.
¡Ánimo!, ¡sacúdete y sigue adelante!
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