Era lunes por la mañana, ese día no había clases por ser día festivo, así que pensé quedarme un rato más en casa leyendo el periódico, el diario trajinar empieza antes de las seis de la tarde mañana pues la primera clase es a las siete, y por lo regular estoy leyendo el periódico hasta las tres de la tarde después de la comida, así que me encontraba muy relajado en casa cuando sonó el teléfono, se trataba de una emergencia de la clínica, un gato que se encontraba inconsciente convulsionándose, en cinco minutos estaba en la clínica pues sabía que no me esperaba nada agradable, la mayoría de los gatos que vienen heridos hacemos alguna curación o aplicamos algunos puntos y todo termina con una sonrisa al decirle a su dueño que su mascota sobrevivirá.
Al llegar a la clínica vi sobre la mesa de exploración a un enorme gato gris, con el pelo muy bien cuidado y sedoso, al ver a su dueña vi que se trataba de “Cucho” un agradable paciente que no veía hace tiempo, se encontraba en un estado lamentable, su mirada perdida sin reaccionar y con fuertes convulsiones.
Al verificar los signos vitales noté que su corazón se encontraba muy débil, con hipotermia, desafortunadamente no le di a su dueña grandes esperanzas de vida por los signos del paciente tenía horas con el padecimiento y todo indicaba que se trataba de una intoxicación por algún fuerte veneno.
Muy conmovida y sollozando la dueña de “Cucho” me sugería administrarle oxígeno a hacer algo de inmediato, sabía que era una mascota sumamente querida por toda la familia encontraba muy avanzada y era muy probable que había sido por vía oral, además no sabía qué tipo de veneno había ingerido, así que por el tiempo transcurrido se había absorbido en su totalidad, el lavado de estómago no sería de gran ayuda, de igual forma lo realizamos, independientemente de hacer todo el procedimiento de estos casos, después de sedarlo y de aplicarle algunos medicamentos, sus signos vitales se normalizaron y le colocamos un catéter para pasarle suero por vía endovenosa.
Al ver ella que había dejado de convulsionar su mascota, su respiración se normalizaba y no se quejaba, creyó que estaría bien, pero realmente no sabíamos los daños que resultarían de la intoxicación, ahora todo lo dejaremos a que su organismo responda y tendríamos que esperar a que despertara, por ahora se encontraba profundamente dormida y sin sufrimiento alguno.
Le dije que así permanecería toda la noche y en la mañana a primera hora le revisaría, todo será ya respuesta de su propio organismo.
Al día siguiente “Cucho” se encontraba de pie, todavía bajo las influencias del sedante, pero ya no presentaba aquellas convulsiones tan impresionantes, sólo quedaba algunas secuelas de ticks nerviosos, le administré algunos medicamentos y no le volví a ver hasta mediodía.
Su dueña lo había ido a visitar y le notó bastante mejoría, me preguntaba si lo podía llevar a casa, no muy convencido accedí, le di una lista de cuidados y medicamentos que tenía que administrar a “Cucho”, fui muy claro que aún tenía secuelas nerviosas y aún no sabíamos hasta qué tanto había dañado su organismo el tóxico, pues aún no se encontraba completamente restablecido. No pasó una hora del tiempo en que se había marchado cuando sonó el teléfono, era la dueña de “Cucho” avisando que había fallecido, se encontraba en un llanto, después de darle el pésame, me pregunté si me podía hacer cargo del cuerpo de su mascota, le dije que lo trajeran a la clínica, pasaron cinco minutos y volví a recibir una llamada telefónica, sólo que ahora era el hijo de la señora, me decía que aún “Cucho” vivía, le había dado un ataque y había dejado de respirar, pero ahora se encontraba muy agitada su respiración, le dije que me lo trajera de inmediato. De nuevo tenía a “Cucho” en terapia intensiva.
Una vez más permaneció toda la noche en la clínica, al revisarlo durante las primeras horas de la mañana, lo vi en mejor forma que el día anterior, las secuelas nerviosas habían desaparecido, por primera vez pensé que estaba fuera de peligro.
Al regresar a medio día a la clínica me decía mi asistente que la dueña de “Cucho” había estado gran parte de la mañana y el mismo “Cucho” había estado “hablando” por el celular a larga distancia con su dueño, la comunicación era mutua pues respondía a la voz de su amo quien trabaja fuera de la ciudad y realmente es quien adora sus tres mascotas felinas, también viejos pacientes.
Antes de dar de alta a “Cucho” me decía su dueña que no era la primera vez que le pasaba esto, en ocasiones anteriores ya lo habían intentado envenenar, pero no se había visto tan grave como ahora.
Al marcharse, la señora se dirigía cariñosamente a “Cucho”, despídete del doctor y dale las gracias porque te salvó la vida. Me sentí un poco extraño despidiéndome de mano con mi paciente, realmente no me importó pues nadie me observaba en ese instante, a excepción de su dueña.
Sinceramente no le di muchas esperanzas a “Cucho” la primera vez que le vi convulsionar y al escuchar ese pequeño corazón latir tan débil, cuando recibí la llamada por teléfono que “Cucho” había fallecido, pensé, es la segunda vez que muere, y al decirme su dueña que anteriormente ya había pasado por lo mismo, me dije, no cabe duda que “‘Cucho’ tiene siete vidas”.
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