Jamás dejará de asombrarme, el comportamiento de las mascotas, siempre he sido de la opinión que tienen sentimientos, y no actúan por instintos, sino por inteligencia y todo gracias a sus dueños y a la forma en que se les trate y se les respete.
Hace unos días disfrutamos mi familia y yo, de unas vacaciones en las cálidas aguas de las playas de Mazatlán, por las mañanas mientras ellos dormían, salía a la playa y me sentaba durante horas deleitándome de la lectura de un buen libro.
Me sentía muy afortunado por la paz y tranquilidad que gozaba de mi lectura, cuando me di cuenta de una pequeña criatura de cuatro patas que se divertía de lo lindo, corría a gran velocidad por toda la playa, se introducía al agua e inmediatamente salía, una y otra vez lo volvía hacer, su pequeño dueño mientras jugaba con la arena, sólo reía al igual que su perro “Schnauzer” que disfrutaba de ese momento mágico, estoy seguro que esa mascota gozaba más que cualquier otra persona que estuviera ahí presente.
Quedó grabada esa estampa en mi memoria y sobre todo el comportamiento de ese pequeño “Schnauzer”, la forma en que se divertía, lo feliz que era, no se necesitaban palabras para expresar lo que sentía aquel animalito que se veía reír no sólo por la brisa del mar que disfrutaba al abrir sus fauces, o al mojar sus patas en el vaivén de las olas, o por correr sobre la cálida arena, sino por estar con su “familia” reunida, cada vez que hacía su recorrido a toda velocidad, se dirigía con su pequeño dueño que lo observaba y compartía con él su alegría, como diciendo “lo estamos pasando bien” y sus padres a un lado que cuidaban a ambos. Realmente lo disfruté.
Mi hija Sofía la menor siempre nos pide permiso para llevar a su mascota cuando salimos de vacaciones, si por ella fuera estoy seguro que también la llevaría a la escuela.
Las mascotas son tan inteligentes que inmediatamente se dan cuenta cuando las van a sacar de paseo, empiezan a saltar del gusto cuando ven que su amo toma su correa o les pone el collar de paseo, también captan cuando las van a bañar y se esconden al ver que su dueña empieza a preparar los utensilios y el shampoo especial que utiliza cuando les da el baño mensual, no se diga cuando la suben al automóvil para su visita al veterinario, todo el camino van temblando con un miedo terrible, como nosotros cuando nos dirigimos con nuestro dentista.
Nos conocen tan bien nuestras mascotas que incluso se dan cuenta de nuestro estado de ánimo, saben cuando no deben de acercarse, sobre todo esos días que no han salido bien las cosas para nosotros. Pero también sucede lo contrario con ellas, cuando llegamos a casa no de muy buen humor, son las primeras que nos reciben con una algarabía como si nos hubiesen dejado de ver durante años y nuestro estado de ánimo lo logran cambiar positivamente.
No cabe duda que las mascotas lo dan todo y se conforman con tan poco, que la única misión que tienen en esta vida es agradar a su amo.
Creo que se han ganado con creces, un mejor trato y porque no, hasta unas merecidas vacaciones, tenga la seguridad que las disfrutará tanto, o probablemente más que usted.
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