EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Peruzzi

Relatos de andar y ver

Ernesto Ramos Cobo

Querido, es un gustazo leerte luego de tanto tiempo. Como verás soy un poco colgado para las respuestas y las comunicaciones, tanto es así que no recuerdo haberte escrito desde aquella noche que salí corriendo al aeropuerto. Es verdad también que no te he dejado de agradecer en mis recuerdos los confortables días en esa fría Ciudad de Alfabetos. Desde esos fríos días hasta éstos, y por los que vendrán, serás siempre un chaval que gozará de mis agradecimientos.

Bueno viejo, son muchas las cosas que cambiaron (por suerte) y es que el estado al cual alguna vez fui sometido dejó de pasearse sobre mí. No más suela de zapato se logra posar en mi frente. Hoy estoy viviendo con mi dueña que es del campo y bastante guapa. Pero déjame que te cuente algunas cosas que no se notan y que se aprenden a llevar como tantas otras cruces que, como dicen…, nos harán viejos y sabios.

Como tú te acordarás, mientras yo estaba contigo vivía con una espina en el costado. Fueron meses que conocí al sentimiento más fuerte que yo haya tenido oportunidad de vivir. Siempre hablando del amor, y por su duración también podría discutir con algún otro, pero no me corresponde a mí hablar de ello, porque no tuve desgracias grandes, pero no creo que viva nunca más otro amor que me pueda hacer sentir tanta nostalgia, y que me pueda dejar mirando algún horizonte por horas sin que nada en nuestra mente se interponga entre ésta y la reina de ocasión. Ni mi amor por aquélla, ni mi amor por ésta fueron tan grandes como ese desencuentro. No sé bien de qué estuve tanto tiempo enamorado… pero la amé. Y hoy, que respeto a otra, y que amo con más reservas, añoro aquellos días cuando mis ojos (y mi alma) eran del todo transparentes. No me quejo, sólo me someto y espero que un golpe me vuelva un ser tonto y melancólico como lo supe ser.

La de ahora es una reina de fierro y aunque me conoció todo roto, hoy me ayuda y me alegra las tardes; es más de lo que yo puedo ofrecer, y eso me hace amarla.

El tema del trabajo todo bien. Encontré algo de lo mío y estoy aprendiendo mucho, y aunque no gane buen dinero espero estar haciendo los deberes para alguna vez sí lograrlo. Estoy podrido de la gran ciudad. Por acá las cosas no marchan bien. Sin trabajo y robos, no se puede vivir tranquilo. Creo que volveré a la montaña, donde los olores me reconfortan, y donde vive mi dueña.

Bueno querido, no sé bien qué escribí, ni por qué. Tal vez me hiciste recordar viejos tiempos. Espero que tu respuesta no tarde en llegar y desde ya dile a cualquiera de esos tipos que si vienen a estas tierras no tendrán de qué preocuparse, más que de encontrarse sus guapas. Espero que tú también te decidas a venir, tal vez cuando me case sea una buena excusa.

http://ciudadalfabetos.blogspot.com

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 386981

elsiglo.mx