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Pide a policías calmar a su hijo y lo apalean

El Siglo de Torreón

Contraproducente le resultó a una mujer llamar a la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM) para que se llevaran a su hijo que andaba ebrio, pues quería evitar que peleara con alguien, pero los patrulleros lo golpearon y lo dejaron sangrando del rostro y oído.

Entrevistada en las oficinas de la Comisión de Derechos Humanos, a donde acudió a presentar su queja, Concepción González Pérez, vecina de la colonia Luis Echeverría, narra los hechos.

Cuenta que la tarde del pasado domingo, alrededor de las 17:00 horas, su hijo Javier Martínez González, de 29 años, se encontraba ebrio y discutía con otro de sus hijos. Para evitar que la situación pasara a mayores, Concepción decidió marcar el 066 y pedir ayuda de una patrulla de la DSPM y minutos más tarde llegaron tres unidades de la corporación policial, la 35477, 35422 y 35556.

“Cuando llegaron los patrulleros, Javier todavía discutía con mi otro hijo, a quien le dio un golpe y yo les pedí a los de la patrulla que se lo llevaran y después yo iría por él”, dice la mujer.

Los uniformados esposaron a Javier y lo subieron a una de las patrullas con lujo de violencia y al dirigirse a la cárcel municipal, ubicada en la Colón, fueron seguidos por el hermano de Javier, quien se dio cuenta de lo sucedido.

Al llegar a las instalaciones de la Colón, varios patrulleros arremetieron a golpes y puntapiés contra Javier, quien se encontraba indefenso, acostado en la caja de la camioneta y esposado.

Dice Concepción que su hijo regresó a casa para avisarle que los patrulleros habían golpeado a Javier, motivo por el cual acudió a la cárcel, pero no se lo entregaron hasta cerca de la media noche.

Al ver el estado en que se encontraba su hijo, la mujer lo llevó a la Clínica 18 del IMSS, donde el médico de Urgencias que lo atendió le dijo que se habían ensañado con Javier, pues traía hasta golpes en las costillas.

“Yo porque estuviera seguro mi hijo en la cárcel y mire lo que pasó... salió peor”, dice la mujer llorando al ver de nueva cuenta a su hijo con las huellas de los golpes en el rostro.

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