Convertida en viuda en fracción de minutos y con el alma y el cuerpo abatido por la muerte de su joven esposo, Manuel Medina Araujo y tres parientes más, en un supuesto enfrentamiento con soldados en la sierra de Badiraguato, Eloína Pérez, con gritos y llantos, exigió que se investigue y se castigue a los militares que los masacraron en forma cruel e injusta.
“Sólo que con los dedos, los muchachos hayan disparado contra los militares, se justifica sus muertes”, dijo.
La joven mujer, arropada por sus dos pequeños hijos, refuta las versiones propagadas por las autoridades castrenses, en el sentido que las víctimas que acudían a una fiesta de XV años, a la ranchería de Guanajuato, en la zona de Santiago de los Caballeros, a bordo de dos camionetas, portaban armas de fuego.
Oriunda del poblado Las Juanillas, en lo intrincado de la Sierra Madre Occidental, Eloína no entiende cómo los soldados abrieron fuego contra los seis ocupantes de la camioneta Hummer, en la que viajaba su cónyuge y cinco jóvenes más, casi todos emparentados.
La hoy viuda, a sus 27 años, habla de que la muerte de su pareja y tres jóvenes más, es casi similar, a lo suscitado en junio del año pasado, en el poblado de la Joya de los Martínez, en Sinaloa de Leyva, donde, tres oficiales y 16 miembros de tropa, acribillaron a ocho personas, en su mayoría mujeres y niños.
Recordó que en ese caso, en el que perdieron dos mujeres y tres pequeños de dos, cuatro y siete años de edad, y tres personas más resultaron heridos; se trató en un principio de desvirtuar los hechos, bajo el argumento que el conductor, Adán Abel Esparza Parra, esposo de una de las víctimas y padre de los pequeños, no detuvo la marcha de la camioneta en un puesto de control militar.
Sus palabras, son avaladas por Teresa Medina Ortiz, madre del joven, Wilfredo Madrid Medina, uno de los seis ocupantes de la camioneta Hummer, quien resultó herido, cuya versión dada a conocer, antes ser trasladado a la Procuraduría General de la República (PGR), el ataque militar se trató de un abuso de poder y fuerza.
La esposa de Manuel Medina Araujo, de 30 años de edad, de profesión ganadero, exhorta a las autoridades federales que tienen bajo su jurisdicción las investigaciones sobre los sucesos, se practiquen autopsias a los cuerpos de los dos soldados que presentan como muertos, para conocer con qué tipo de arma se les privó de la vida.
Eloína Pérez expuso que Edel Medina López, quien conducía metros adelante la segunda camioneta Ford Lobo, narra que al detectar que su hermano, Zenón, operador de la Hummer blanca, no aparecía, se regresó para ver qué sucedía con ellos, se topó con cerca de veinte militares que le cerraron el paso.
Los soldados, por espacio de cinco horas, bloquearon todo acceso al escenario de la masacre e, incluso, se impidió la entrada a la Policía Municipal de Badiraguato y al agente del Ministerio Público del fuero común que se dio cita en ese lugar, según expuso.