La fama del temerario arqueólogo se extiende por todo el mundo.
Afirman integrantes del partido comunista de Rusia que la cinta tergiversa la historia de su ideología.
Miembros del Partido Comunista ruso llamaron a un boicot nacional de la nueva película de Indiana Jones, que según ellos tergiversa la historia e intenta socavar la ideología comunista.
En Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, protagonizada por Harrison Ford, el popular arqueólogo enfrenta en 1957 a una agente maligna de la KGB, encarnada por Cate Blanchett, en la búsqueda de una calavera maya dotada de poderes místicos.
La película se estrenó en Rusia el jueves pasado.
Miembros del Partido Comunista en San Petersburgo dijeron en un portal de Internet que en 1957 la Unión Soviética “no envió terroristas a Estados Unidos” sino que lanzó un satélite “que suscitó admiración en todo el mundo”.
El parlamentario comunista Andrei Andreyev dijo en Moscú el sábado que “es muy perturbador que cineastas talentosos quieran provocar una nueva Guerra Fría”.
Los arqueólogos argentinos están indignados con las andanzas y la fama de Indiana Jones, personaje de la saga fílmica al que acusan de “distorsionar” la disciplina, entre otras diatribas que recoge el diario bonaerense Crítica.
“Personajes como el de Indiana Jones distorsionan la actividad. Por cada hora en el campo, tenemos tres en el gabinete, escritorio o laboratorio”, apuntó el arqueólogo Marcelo Wiessel.
“En realidad, la aventura no está en correr con látigo y un sombrero: está en conseguir fondos” para financiar estudios arqueológicos, apuntó a su vez Virginia Pineau. Otros arqueólogos argentinos dan a entender que la saga de Indiana Jones, que regresa a las pantallas de cine al cabo de 19 años, da popularidad a la ilegal actividad de los “huaqueros”, como se llama a los saqueadores de reliquias de tumbas antiguas.
“Con Indiana Jones lo que se observa es aventura y no ciencia. Entrar en un templo perdido, tomar un ídolo de oro y salir corriendo no es el procedimiento del manual del buen arqueólogo”, subrayó Fernando Soto Roland, profesor de la Universidad de Mar del Plata, a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires.
“Y menos que menos vender después el artefacto”, agregó el catedrático.