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Pingüininhos

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

En cierta forma, la avenida del río Nazas ha tenido el valor de recordarnos que la naturaleza tiene formas extrañas de actuar. Y que lo que parece normal, no lo es tanto; simplemente forma parte de una situación más o menos prolongada, que puede cambiar aparentemente de pronto… como lo ha hecho durante miles o decenas de miles de años. Sólo que no había nadie en esas remotas fechas que se diera cuenta.

Por supuesto, hay otros cambios que, según nos dicen, son producidos por los abusos a los que el hombre ha sometido a su planeta durante los últimos doscientos años. El más notorio es el ya famoso calentamiento global. A éste lo relacionamos con casquetes polares derritiéndose, osos polares aferrándose a témpanos cada vez más pequeños, y glaciares que dejan de ser de hielo para convertirse en largos ríos de cascajo. Y sobran quienes apunten a la cantidad y furia de las últimas temporadas de huracanes como una consecuencia más de las toneladas de gases de invernadero que estamos arrojando cada hora a la atmósfera. Pero quizá la alteración del medio ambiente llegue más lejos, y tenga otros resultados totalmente bizarros.

Por ejemplo: a últimas fechas en Brasil se ha detectado un cambio en la naturaleza de las cosas que tiene impresionados a científicos y bañistas. Y es que, a lo largo de los últimos meses, miles de pingüinos han estado arribando a las costas brasileras. Y no se crean que únicamente en las riveras del sur, cerca de Sao Paulo o Río de Janeiro. No. Se han hallado esas simpáticas aves no voladoras en puntos tan al norte como Natal y Salvador… casi en la línea del Ecuador. A más de tres mil kilómetros de su hábitat natural, que es la costa de la Patagonia, en el extremo sur de la Argentina.

La presencia de pingüinos arrastrados por las frías corrientes del Atlántico Sur hasta playas cariocas no es rara: cada año se reportan algunas docenas de casos. Lo extraordinario de este 2008 es que se trata de miles de aves. Sólo el zoológico de Niteroi ha recibido 556 pingüinos; el año pasado había adoptado apenas siete. Y siguen llegando. Algunos brasileños los adoptan como mascotas… lo que no siempre es muy recomendable. De hecho, las autoridades en ocasiones tienen que rescatar a los pobres pájaros, agotados por la zarandeada del océano, porque algunos bañistas bien intencionados los recogen de la arena ¡y los meten en cubetas con hielo!, suponiendo que ello será del gusto de animales usualmente relacionados con el frío.

Por supuesto, no se sabe si este extraño fenómeno tiene que ver con el calentamiento global. Lo que sí es que, si ya va a empezar a haber pingüinos brasileños… definitivamente el mundo se está poniendo patas arriba.

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