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Poblaciones

A LA CIUDADANÍA

Magdalena Briones Navarro

La evolución del hombre moderno principia hace 100 mil años. Entre los 35 mil y 8 mil a.C. puede decirse que la mayor parte de las distintas poblaciones humanas es ya de cazadores avanzados. Entre los 8 mil y 5 mil a.C. aparece la agricultura. En México el cultivo de plantas comienza en 6 mil a.C. y al parecer, durante el primer siglo d.C. ciertas poblaciones ya habían establecido un patrón de crecimiento ininterrumpido. Las tasas de crecimiento seguirán siendo lentas y extremadamente variables. Europa fue azotada por la Peste Negra en el siglo XIV fuertemente y luego en los siglos siguientes, hasta la Edad Media que marcó un crecimiento rápido.

Cuando América fue descubierta -1492- había cerca de 250 millones de personas, número que se duplicó en 1650 y luego se quintuplicó en 1950, sumando mil millones de personas. En 1970, la población sumó 3 mil millones. Hoy, 2008, la población es de 6,500 millones aproximadamente. China actualmente tiene 4 veces más habitantes que el mundo entero en 1650.

Este crecimiento poblacional implica implacable destrucción de suelos, de recursos naturales, producción de basura y contaminación crecientes.

Es natural pensar que el crecimiento poblacional no puede seguir para siempre, por los límites de espacio y comida, de aire y agua puros y suficientes, lo que se evitaría por decisión de las familias y de las naciones, por hambre y enfermedades y por complicadas fuerzas sociales interrelacionadas.

Habríase de planear para el futuro, considerando necesarios los aumentos de producción de comida, escuelas, habitación, transportes, caminos, parques, plantas eléctricas, etc. Las dificultades serán cada vez mayores dada la vertiginosa pérdida de riquezas naturales.

Los factores económicos ayudan a determinar el tamaño de la población tanto como el tamaño de la población es un determinante de las situaciones sociales y económicas.

Ecológicamente se estudian las especies de plantas y animales en relación con la geografía que ocupan, la comida de la que pueden disponer, las fluctuaciones climáticas, la predación por otras especies y la competencia entre y dentro de las especies. Entre las poblaciones humanas, las fuerzas sociales y económicas son determinantes más importantes del crecimiento poblacional. El hombre no tiene predadores importantes excepto los otros hombres ya que se explotan, subyugan y guerrean entre sí, aunque una población humana estará más expuesta a enfermedades contagiosas en la medida de su crecimiento.

Si una especie animal crece por encima de lo que su hábitat produce y le puede ofrecer, sus miembros mueren; una sobrepoblación humana y la escasez de su comida tiene la salida de la emigración, la importación de comestibles y hasta el mejoramiento de los sistemas de producción agrícola. Con todo, la Naturaleza tiene sus límites. Cuanta mayor y más veloz sea su explotación llegará a un punto en el que no tendrá ni orgánica ni inorgánicamente capacidad de reponerse, y esa mayor y más veloz explotación que viene del hombre combina crecimiento poblacional, “necesidad” de mayor cantidad y calidad de satisfactores e incrementos insospechados de basura y polución. Todo ello desbarajusta el equilibrio sistémico de la vida planetaria.

Estas interacciones no se dan de igual manera en toda la población mundial, ni al mismo tiempo (aunque pudieran llegar a darse). Si el hombre primitivo consumía la energía necesaria para sostener su vida (2,000 kilocalorías diarias), devenida aquélla del calor y de la luz del Sol, sintetizada por plantas y luego acumulada por animales que cazaba, este gasto subió a 7,000 en el Londres que despertaba a la industrialización; en los setenta el consumo de kilocalorías/persona/ día promediaban 230,000 en Estados Unidos. Ello corresponde al gasto sumado de comida, electricidad, transporte, maquinaria, combustibles fósiles, madera, metales y todo lo que corresponde al flujo general de energía para sostener su día, cifra única en la historia del mundo que acelera enormemente la terminación de toda fuente de energía sea orgánica (plantas y animales) como cualquiera otra. Los estadounidenses siendo entonces el 6% de la población mundial consumían el 35% del consumo mundial de energía, mientras India con el 15% de la población mundial, consumía el 2% de la energía mundial a razón de 6,000 kilocalorías/persona/día.

De todas formas, la composición de las poblaciones no es estable. Importa el número de nacimientos, muertes, matrimonios, migraciones, guerras, epidemias, esperanza de vida de los nacidos vivos, abortos, métodos anticonceptivos, esterilizaciones, hambrunas, educación y servicios médicos e higiénicos para una población dada. Si los nacidos vivos mueren en gran proporción antes de llegar a la edad de reproducirse obviamente la población tenderá o a estacionarse o a decrecer, lo mismo ocurre cuando mayormente se superan las edades reproductoras, tales supervivientes tampoco contribuyen al aumento poblacional por nacimientos. Es frecuente que los niños y jóvenes de países subdesarrollados busquen con gran desgaste su supervivencia en lo que sea, restringiendo su desarrollo físico, mental y cultural en proporciones a veces insospechadas.

Así como el bienestar reclama cada vez un mayor flujo de energía de todos tipos, así también decaen las fuentes de tales flujos. La vida en el Planeta Tierra es producto de lo que ofrece el planeta mismo, y del funcionamiento del sistema terrestre amalgamado con energías cósmicas desde el átomo al Sol … y quizá del firmamento.

Fuentes: Jacquetta Hawkes. El hombre. Las culturas de la antigüedad. Ed. Aguilar, 1982.

Amos Turk. Environmental Science. Ed. W. B. Saunders Company, Philadelphia, 1974.

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