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¿Policías?

Javier Fuentes de la Peña

Por definición un policía debe ser alguien que se encargue de hacer respetar la ley. La Policía tiene dos funciones principales: evitar las transgresiones de la ley y detener a los transgresores. En resumen, la Policía se encarga de proteger las vidas y la propiedad de los ciudadanos, de asegurar el orden público y evitar que se produzca su alteración, así como de regular el tránsito y cooperar en el bienestar y la seguridad del pueblo.

Eso dicen los teóricos. Lamentablemente, la realidad nos ofrece cada día otra definición que bien podría ser la siguiente: “Policía: individuo que cobijado bajo un uniforme y armamento que lo dotan de poder, es capaz de cometer cualquier tropelía siempre en contra de los intereses ciudadanos. Su tarea es la de hacer cumplir la ley, aunque siendo sinceros, no está dentro de sus posibilidades cumplirla. Sobornar, multar indebidamente, robar en coches o domicilios y hasta brindar protección a narcotraficantes. La impunidad es inherente a su cargo, y el máximo castigo que suelen recibir es el de ser despedidos. Cuando ocurre esto, siguen cumpliendo con las obligaciones que tenían al ser policías: sobornar a la ciudadanía, robar coches, domicilios o comercios, y brindar protección a narcotraficantes.

Lo sucedido con la Policía de Torreón es francamente vergonzoso. Enfrentarse a agentes federales al acudir al rescate de compañeros detenidos, sólo deja entrever la corrupción y la podredumbre reinante en la Policía Preventiva municipal.

La intervención de 30 oficiales de Torreón desencadenó en una balacera que dejó como saldo preliminar a un policía muerto.

¿Qué no son los narcos los únicos que se enfrentan a la AFI? ¿O acaso los policías de Torreón actuaron por instrucción que provenían de un despacho ajeno a la Presidencia Municipal?

Lo que haya sido, debe aclararse y pronto. No es justo para los torreonenses estar huérfanos de protección. Y ante este hecho, vale la pena reflexionara acerca de lo que ayudaría a tener una mejor Policía, lo cual podríamos resumir en cinco puntos:

1) Incrementar los salarios. 2) Incrementar los salarios. 3) Incrementar los salarios. 4) Incrementar los salarios. 5) Incrementar los salarios.

Parece repetitivo, pero hasta el cansancio se ha dicho que mientras los policías no gocen de un salario digno, seguirán siendo corruptos, seguirán olvidándose de su obligación de cumplir y hacer respetar las normas.

Llama la atención que ante esta situación el alcalde responda con una manera lapidaria, contundente, digna de un gran estadista: despedir a Alfredo Castellanos, ahora ex director de Seguridad Pública Municipal.

¿Qué se gana con ello? Absolutamente nada. Lo que debería hacer don José Ángel Pérez, es retomar el mando de la Policía Municipal, pues quedó claro que muchos elementos siguen las órdenes de otros jefes. Por otra parte, olvidarse de las confrontaciones con el Gobierno Estatal y facilitar las condiciones trabajar conjuntamente en la limpieza de las fuerzas de seguridad.

Vivimos en una situación límite. No se puede confiar en nadie, ni siquiera en aquellos que en teoría deberían velar por nuestra seguridad. Seamos exigentes con las autoridades. El pueblo de Torreón se ha caracterizado siempre por tomar las cosas de frente, sin rodeos ni plazos. Tomemos de frente, pues, este problema que tanto daño nos hace.

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