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Politikones aristotélicos...

Hora cero

Roberto Orozco Melo

Las buenas relaciones entre el Estado y la ciudadanía mexicana se deterioraron notablemente desde que el Partido Acción Nacional se empeñó en evidenciar que en materia de mal gobierno sus mejores hombres no cantan mal las rancheras. Bueno, suponiendo que los panistas que han gobernado a nuestra República a lo largo del siglo XXI sean efectivamente los mejores prospectos políticos con que contaba y cuenta el susodicho partido...

Arrinconado, pero no olvidado, al fondo de la oxidada petaca conservadora en la que guardan los blanquiazules sus frustrados proyectos políticos, quedó el de pintar con los colores del escudo panista a las entidades federativas del mero Norte de la República, desde Baja California Norte hasta Tamaulipas, pasando por Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango y Nuevo León. Sueño guajiro y romántico, pero también imposible por dificultoso.

En 1988 triunfó el PAN en varios estados de la República, no tanto con los votos ciudadanos sino porque así lo quiso y ordenó posteriormente a los comicios el entonces debatido presidente Carlos Salinas de Gortari. Ganó Nuevo León en el inmediato ciclo de elecciones, a lo que tampoco resultó ajeno el hombre que sacudió a la Constitución mexicana para que cayeran las nueces de todas las instituciones jurídicas que tanto repateaban al Clero, al PAN y a los empresarios, mas no pudieron conservarla para siempre, como querían, y ni falta hizo pues el nogal del vecino estado siempre ha tenido ramas con injertos panistas. Además ¿quién podía oponerse entonces a la santísima voluntad del pontífice de Agualeguas?...

Chihuahua fue transitoriamente del PAN pues cualquier clase de sarampión repite a veces. Pero no es por estos afanes que el PAN amenace con “guanjuatizar” al Norte (Dios nos libre y también la Virgen Morena ya que ante las amenazas del Yunque se necesita una buena defensiva) La “guanajuatización” del Septentrión mexicano forma parte de los compromisos del candidato del PAN en 1999 y de algunos presidentes de la República que decoloraron el verde, blanco y rojo con que llegaron a Palacio Nacional para correr a firmar con la Casa Blanca la “alternancia democrática” de nuestra Nación.

Coahuila y Durango han sido antes y ahora los bastiones de la Revolución Mexicana que han mantenido fidelidad al compromiso histórico con Madero, Carranza, Zapata y Villa. Y miren que por luchas del PAN no ha quedado. Hoy tiene el PAN bajo el control de sus militantes las Delegaciones de las secretarías de Estado en Coahuila, así que pueden presumir de cogobernar a nuestra entidad; pero ya vemos en nuestras calles, calzadas, avenidas y bulevares los gallardetes con las fotografías de los candidatos y el emblema del PRI. Igual aparece discreto, pues las elecciones municipales serán hasta el próximo año, el rostro del exalcalde del vecino municipio de Ramos Arizpe, el senador Saro con la palabra “Saltillo” subrayada arriba, dando a entender su verdadero propósito electoral, aunque este año no se verifiquen las elecciones municipales. Uno tras otros, tanto los partidos como los candidatos, ornan nuestras vías públicas y distraen a los y las automovilistas. Los choferes los ven con indiferencia, pero las conductoras se distraen y pierden el control dando de raspones a otros vehículos que por ahí circulan.

A todos los veremos con costosa frecuencia en las pantallas de televisión y pronto vamos a escuchar sus mensajes doctrinarios o sus propuestas conjugadas en futuro perfecto: haré, diré, gestionaré, buscaré, exigiré, denunciaré y todos los verbos que de algún modo signifiquen o puedan entrañar diversas promesas hacia el porvenir.

Propaganda, publicidad, mítines, declaraciones, loterías, regalos, etc. Todos los partidos y sus candidatos los van a protagonizar. Son esfuerzos valederos para llegar a la montaña donde termina el Arco Iris que cuida el tesoro del cuento. Pero la tarea devendrá ímproba para quienes pierdan la candidatura o las elecciones, vale decir los de Oposición pues el PRI ha anunciado su propósito de ganar los veinte distritos electorales en forma tranquila, legítima y limpia; más las diputaciones de representación proporcional que según Pitágoras les toquen, si es que, después de tanto triunfo directo, logren ser acariciadas por uno o dos candidatos.

No vamos a tener que vivir mucho para saber los resultados. El 19 de octubre está más cerca de lo que pensamos. Luego volarán las hojas del calendario de 2008 para conducirnos al año 2009 en que tendremos que elegir alcaldes, diputados federales, un senador y nadie más. Cuanta razón tuvo Aristóteles cuando dijo que el hombre era (y siempre sería) el “zoon politikón”

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