Querida Secretaria:
No hay duda que el comportamiento en los lugares de trabajo es, con frecuencia, confuso. Por una parte quieres ser asertiva, pero sin ser agresiva. Por otra parte quieres ser una compañera con quien es fácil llevarse bien, sin ser impositiva.
¿Cómo encontrar el justo término medio? Es un reto ser asertiva sin ser impositiva. Los hombres externan sus opiniones como un hecho. Si una mujer lo hace así, se le juzga como agresiva, dominante y poco femenina. Por otra parte si expone sus ideas esperando complacer a todos se le considera como débil e ineficiente. La distinción entre ser agresiva y asertiva es un arte que vale la pena perfeccionarlo.
La agresividad es demandante. Una exitosa ejecutiva aconseja a las jóvenes a reafirmarse en la oficina, imaginándose que van manejando un automóvil con cinco velocidades. Deben saber cuándo andar a la velocidad cinco y cambiar a la velocidad dos. Básicamente hay que regular la velocidad en diferentes terrenos para lograr un objetivo.
Por supuesto que las mejores y más brillantes asistentes están muy lejos de ser tímidas, sin embargo, los expertos afirman que la mayoría de las mujeres demuestran poca habilidad para promoverse. La promoción propia es difícil ya que se trata de reconocer los valores que se tienen. No es cuestión de alardear cuando las cosas van bien, y también es compartir ideas cuando se presentan crisis. Piensa en lo siguiente: los ejecutivos contratan a sus asistentes porque quieren recibir de ellas comentarios, sugerencias e ideas. Vas a perder muchas oportunidades si no te reafirmas.
Con toda seguridad en tu empresa existen, o has oído hablar de las “mártires del trabajo”. Estas personas van más allá del trabajo habitual, generalmente trabajan dos o tres horas extras.
Aunque pueda parecer paradójico, el ser mártir del trabajo puede ser un impedimento para el éxito. Esa carga de trabajo disminuye la productividad y la energía.
¿Cómo saber si tú eres una mártir del trabajo o estás trabajando normalmente?
Éstos son algunos síntomas de que te estás convirtiendo en mártir:
*Trabajas dos o tres horas extras cuando menos dos veces por semana.
*Vienes a la oficina los fines de semana o te llevas trabajo a casa.
*Te asigna tu jefe trabajo extra constantemente.
*No has salido con tus amistades en semanas.
*Estás comiendo mal y te ves agotada.
*Has asumido tantas responsabilidades extras, que no puedes hacer bien tu propio trabajo.
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