Querida Secretaria:
CULTURA CONTEMPORÁNEA
Se ha comprobado que las emociones de las mujeres y las de los hombres son percibidas de manera diferente en el mundo del trabajo.
Los hombres cuentan con el beneficio de la duda. Si un hombre es emotivo, se supone que tiene una muy buena razón para serlo. Sin embargo, si las mujeres demuestran emoción en la oficina, se les califica como temperamentales y con dificultad para controlar sus emociones y poder actuar razonablemente; pero si no son capaces de reaccionar emocionalmente en ciertas ocasiones, entonces son juzgadas como frías e inhumanas, carentes de interés y preocupación.
¿Somos las mujeres demasiado emotivas? ¿Experimentamos las emociones con más intensidad que los hombres? ¿Son nuestras emociones más positivas? ¿Más negativas? Las investigaciones demuestran más variedad en las nuestras, sobre todo en lo que respecta a alteraciones en nuestra voz.
Cuando los hombres expresan alguna emoción, puede no ser reconocida o etiquetada como tal. Hay un número de áreas de comportamiento que son bastante identificadas con la masculinidad –como los deportes competitivos- en los cuales la emoción es totalmente apropiada. Estos encuentros deportivos cuentan con una amplia gama de emociones: euforia al ganar, desaliento, enojo y aún llanto al perder.
¿QUÉ HAY ACERCA DE LAS LÁGRIMAS?
Las lágrimas ocurren cuando hemos agotado todos los recursos disponibles para manejar una situación. Las lágrimas surgen al sentirnos imposibilitadas para solucionar un conflicto. En muchas ocasiones las personas se muestran escépticas ante las lágrimas de las mujeres. Es difícil retener el llanto, pero es más probable que no ocurra si comprenderemos las circunstancias que lo motivan.
La emoción no es particularmente fácil de controlar; sin embargo, hay algunas estrategias que ayudan. Una de las más fáciles y más efectivas es conocer el poder del “lenguaje emocional”. Ten cuidado de no etiquetarte como “temperamental” y no dejes que los demás también te etiqueten así. No digas cosas como “estoy tan perturbada que no puedo razonar”, quien quiera que te oiga te va a catalogar como “una asistente demasiado emotiva” y eso es lo que tú menos quieres: dañar tu credibilidad.
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