La Profeco exhorta a las personas a convertirse en consumidores críticos y no dejarse influenciar por la publicidad.
Consumo Inteligente
Ocupa México el cuarto lugar mundial en la compra de marcas de lujo.
En las calles y avenidas, se ve a las personas con celulares de última generación, agendas electrónicas, reproductores de música, lentes oscuros, pantalones a la cadera. Al respecto, Sergio Lara Galván, subdelegado de la Profeco en Torreón, comenta que México ocupa el primer lugar en Latinoamérica y el cuarto a nivel mundial en la compra de ropa de marcas de lujo.
“Verse mejor no es lo mismo que ser mejor persona, ni tener más significa necesariamente un mayor desarrollo individual, esto a pesar de que la publicidad insista en hacernos creer que sólo mediante la adquisición de tal o cual marca es posible distinguirse de los demás para obtener un estatus social más alto, o que puede lograrse un sentido de pertenencia a cierto grupo social al poseer el objeto de deseo que está de moda”, dijo el funcionario.
Agregó que la principal causa del consumismo es el estatus que las marcas confieren a sus productos. Señaló que los mexicanos son ávidos consumidores de publicidad, y como ejemplo es que el país ocupa el tercer lugar mundial con respecto al número de anuncios comerciales que cada persona ve en promedio a la semana.
“Los anuncios utilizan estereotipos de belleza alejados de la gente de carne y hueso, bajo la pretenciosa intención de forjar el prestigio de una marca asociándola con modelos de tipo físico distinto al nacional, lo cual contribuye a la errónea concepción, en buena parte de los espectadores, de que para ser hermoso se debe cumplir con el perfil específico auspiciado por los medios de comunicación”.
Y es que la publicidad, agregó, no vende un artículo sino lo que éste representa, convirtiéndose así en el reflejo de una sociedad individualista con valores diluidos, donde la apariencia es más importante que la sustancia, y el concepto de una vida mejor se mide por la cantidad de pertenencias que se posee.
Los infomerciales, explicó, son anuncios comerciales de mayor extensión con un formato de programa televisivo, y suelen presentar cualquier cantidad de artículos con propiedades milagrosas, que en conjunto parecieran ser capaces de resolver los problemas de cualquier persona en todas las áreas de la vida, pues prometen atender desde disfunciones sexuales, trastornos como la calvicie, la celulitis o el acné, hasta, por supuesto, el sobrepeso, a través de métodos que aseguran la pérdida de kilos sin esfuerzo y en el menor tiempo posible.
“Vale la pena recordar que los buenos productos, los que sí funcionan, no necesitan ofrecer imposibles para convencer al consumidor de sus características reales, mientras que por lo contrario, los llamados productos milagro se valen de una serie de trucos para persuadir al telespectador, entre ellos: testimonios de celebridades; recomendaciones de agrupaciones, asociaciones o profesionistas; efectos extraordinarios sin que la persona tenga que modificar sus hábitos y sin ningún sustento técnico; ofrecimiento del mismo resultado para todo tipo de personas; e información vaga o insuficiente sobre el uso, contraindicaciones, prevenciones o restricciones del producto”, explicó Lara Galván.
Ante esta situación, la Profeco exhorta a las personas a ser sensatas a la hora de comprar, y preguntarse qué beneficio real proporciona el producto y si su adquisición en verdad conlleva alguna mejora para la calidad de vida, o si sólo es un medio para integrarse al mundo de la publicidad.
“Ser un consumidor crítico implica renunciar a la comodidad de convertirse en el resultado de una suma de decisiones que no hemos tomado nosotros mismos, sino las grandes empresas y sus medios publicitarios”.
Productos ‘¿milagrosos?’
La Profeco advierte sobre los productos “milagrosos” que ofrecen resolver los problemas de cualquier persona en todas las áreas de la vida, pues prometen atender:
Disfunciones sexuales.
Trastornos como la calvicie.
La celulitis.
Acné.
El sobrepeso.
FUENTE: Profeco