Atlante y Guadalajara empataron a un gol en Cancún. (Jam Media).
Ni siquiera la agónica anotación de Sergio Santana, al minuto 85, hizo que algunos integrantes de las Chivas esbozaran una pequeña sonrisa tras el silbatazo final de Manuel Glower.
Y es que, el Guadalajara confirmó que se ha caído en uno de los momentos más importantes en el primer semestre de 2008, justo antes de jugarse su última carta en la Copa Libertadores y enfrentar el Clásico de Clásicos.
Las clases impartidas por el Cúcuta no sólo fueron tomadas por el Necaxa. Esta noche el Atlante demostró que no se necesita demasiado para poner contra las cuerdas a un equipo que parecía invencible en las primeras 11 jornadas del Clausura 2008.
La fórmula no es tan complicada: hacerle un gol, pararse bien atrás y dejar que las Chivas hagan el resto.
Porque los pupilos de Efraín Flores comprobaron que no es lo mismo tener esencia ofensiva, que atacar por necesidad.
Fue el tercer partido consecutivo, tomando en cuenta la Copa Libertadores, en el que el Rebaño Sagrado se fue abajo en el marcador y estuvo a punto de repetirse la historia vista en Colombia y Aguascalientes.
Una vez más el Guadalajara controló el balón, pero otra vez el líder general del futbol mexicano mostró que no sabe jugar bajo una real presión; de nuevo las Chivas enseñaron que son bastante vulnerables, sobre todo en el aspecto mental, ese que marca la diferencia a la hora de ganar títulos, y el mejor ejemplo fue la desconcentración que provocó el gol de Javier Muñoz Mustafá, al minuto 57.
Más allá de que la afición rojiblanca protestó la decisión de Glower, es una realidad que Luis Ernesto Míchel pudo despejar el balón en vez de tomarlo con las manos, y a partir de entonces se repitió un viacrucis que Santana alteró con aquel cabezazo.
