EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Premios nacionales

Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Con demora considerable, no explicada oficialmente, el viernes pasado fueron dados a conocer los nombres de las mexicanas y los mexicanos eminentes que recibirán, asimismo con retraso, el Premio Nacional de Ciencias y Artes correspondientes a 2007, que no se entregó en el transcurso del propio año, como corresponde. Aún sin precisar la fecha de la ceremonia respectiva, se presume que puede ser el quince del inminente febrero.

Será la primera entrega a cargo del presidente Felipe Calderón, que durante todo el año pasado fue protegido hasta el punto del cercamiento por sus guardias personales, toda vez que donde quiera que llegaba había piquetes de manifestantes que le reprochaban a gritos su modo de ascender a la Presidencia. Tal vez suponiendo que en la ceremonia correspondiente pudiera repetirse una escena como las que, por ejemplo, ha provocado su presencia en el Palacio de Bellas Artes, (que no necesariamente son de su conocimiento) se buscó diferir lo más posible este encuentro con la comunidad cultural. Que las cosas iban a ser de otro modo lo hace suponer el hecho de que el doctor Sergio Fernández fue declarado ganador del Premio Nacional de Literatura en octubre pasado, pero se guardó silencio durante los siguientes tres meses acerca de los recipiendarios de la presea en el resto de los campos.

El Premio Nacional se entregó por primera vez en 1945, como parte de la política cultural que concibió y puso en práctica Jaime Torres Bodet, secretario de Educación del presidente Ávila Camacho, que incluyó la fundación del Colegio Nacional y del Seminario de Cultura Mexicana. Durante los primeros veinte años se discernió a favor de sólo una persona por año (excepto en 1958 en que los premiados fueron tres) y salvo una extraña interrupción que abarcó cinco años del Gobierno de Adolfo Ruiz Cortines. Lo recibieron en ese lapso: Alfonso Reyes, José Clemente Orozco, Manuel M. Ponce, Maximiliano Ruiz Castañeda, Mariano Azuela, Diego Rivera, Candelario Huizar, Nabor Carrillo Flores, Martín Luis Guzmán, Carlos Chávez, Gerardo Murillo (Dr. Atl) Manuel Sandoval Vallarta, Alfonso Caso, Ignacio Chávez, Jesús Silva Herzog y Guillermo Haro. A partir de 1964, cuando los galardonados fueron Carlos Pellicer, Blas Galindo, Rufino Tamayo e Ignacio González Guzmán, ya casi nunca se premió a una sola persona.

La Ley de premios, estímulos y recompensas civiles de 31 de diciembre de 1975 formalizó la tendencia a multiplicar las preseas, y estableció cinco campos con denominaciones caprichosas pues considera aparte uno consagrado a lingüística y literatura y otro a bellas artes, como si las letras no fueran una de ellas. Los otros territorios establecidos se refieren a Historia, Ciencias sociales y filosofía, Ciencias físico-matemáticas y naturales, Tecnología y diseño y Artes y tradiciones populares (este último establecido en 1983). La propia Ley dispone que el consejo de premiación sea presidido por el titular (la, en el caso de este año) titular de la SEP y se integre por los rectores de la UNAM y la Universidad Autónoma Metropolitana, los directores del Politécnico y el CONACYT, y representantes de la Asociación nacional de universidades e instituciones de enseñanza superior y el Colegio Nacional, así como representantes ad hoc en el caso de las artes y tradiciones populares. Tal consejo configura un jurado para cada uno de los campos, compuesto por ex premiados y figuras reconocidas por su autoridad en su terreno, de suerte que si bien el Gobierno organiza la premiación no son sus funcionarios quienes designan a sus destinatarios.

La Ley ordena que el premio se entregue a quienes “por sus producciones o trabajo docente, de investigación o de divulgación, hayan contribuido a enriquecer el acervo cultural del país, o el progreso de la ciencia, el arte y la filosofía”.

El premio solía entregarse en diciembre y, más a menudo, en noviembre, en torno de la recordación del inicio de la Revolución. La ceremonia, encabezada por el presidente de la República, se impregnaba del ritualismo correspondiente a esa figura. Por eso fue significativa la primera vez que Vicente Fox presidió una entrega de premios. Quizá para no avalar el apoderamiento de esa ceremonia por el PRI patrimonialista que la vinculaba con la Revolución, de la que el partido en el poder se ostentó como heredero, el Ejecutivo surgido de la oposición la aplazó hasta fines de febrero de 2002. Entonces le tocó escuchar una severa requisitoria en boca del escritor Vicente Leñero, que habló en nombre de los premiados. Dijo que era difícil esperar promoción cultural de funcionarios incapaces de incorporar -como lectores o asistentes a una función teatral o a un concierto- la cultura a su propia vida.

En 2006, sin espacio para diferir la ceremonia más allá de noviembre, porque terminaba su sexenio, Fox entregó los premios el 9 de ese mes. La actriz Julieta Egurrrola, presente entre los invitados, alzó la voz al concluir la ceremonia para increpar al presidente sobre las violentas detenciones de mujeres en Atenco, ocurridas seis meses atrás.

Con todo, serán justamente premiados, además, de Sergio Fernández, Carlos Prieto y Felipe Cazals; Pilar Gonzalbo Aizpuru y Eduardo Matos Moctezuma; Carlos José Beyer Flores, Guillermo Miguel Ruiz Palacios y Silvia Linda Torres; Miguel Pedro Romo Organista; y los pintores náhuas del Alto Balsas en Guerrero, así como Francisco Coronel Navarro, Teodoro Torres Orea y Susana Navarro Alamilla.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 327802

elsiglo.mx