Los “técnicos del riego”, para ahorrar agua, discurrieron como solución construir presas y luego asfaltar los canales de distribución que han conseguido la desertización progresiva, la depauperación biológica de los cauces bajos y una mínima recarga de acuíferos a la que se suma una extracción sin coto. Al bajar los precios mundiales del algodón muchos productores cambiaron este cultivo por la crianza de vacas lecheras, error terrible ya que La Laguna –zona árida- no contaba ni contará con pastizales naturales. La Federación dio todo su apoyo para la compra de vacas de registro. Se juntaron 3,000 acciones entre grandes y pequeños estableros para formar la Pasteurizadora de La Laguna que fue poco a poco centrándose en menos manos que compraron la mayoría de las acciones. Hoy parece no estar ya ninguno de los fundadores de tal empresa que ha terminado por ser prácticamente un monopolio.
Para colmo de desdichas la instalación de la termoeléctrica de Villa Juárez, Durango, casi sobre el margen derecho del Río Nazas afectó la vida de los peces de las aguas del río al aumentar la temperatura de éstas, y produce a decir de expertos, tóxicos como el vanadio producto de la quema de combustóleo para su operación. Este tóxico al parecer ha influido en el deterioro de las arboledas locales. Ignoro qué efectos habrá tenido en las personas que habitan en las proximidades de la planta, pues en este infortunado país nunca hay dinero ni privado ni oficial para investigar los males que aquejan a la ciudadanía.
Para cerrar con broche de oro, se construyó la presa sobre el arroyo El Tigre tributario del Río Aguanaval, mermando aún más el caudal de dicho río, menor diez veces que el del Nazas; ello impedirá más aún la posibilidad de la recarga de los acuíferos y riegos superficiales abajeños, a pesar de múltiples protestas ciudadanas no tomadas para nada en cuenta por autoridades del agua, las que según parece no han quitado el dedo del renglón sobre la construcción de otra presa en el Cañón de La Cabeza la que obviamente cegará los manantiales del cauce del Aguanaval que brotan espontáneamente del suelo de dicho cauce y que aseguran agua de ingesta y de siembra para varias comunidades jimulqueñas dentro de la Reserva Ecológica Municipal.
Otra más: desde hace por lo menos 3,000 millones de años el volumen del agua en la Tierra ha sido el mismo. El ciclo hidrológico permite el surtimiento de lluvias y acumulaciones superficiales y subterráneas de agua dulce. El Homo Sapiens con su infinita sabiduría las ha echado a perder. El agua es la misma, pero ahora sucia. Ante este resultado, los grandes capitales ya la están acaparando dondequiera que ella esté, con la muletilla de privatizarla porque se trata de una mercancía no de un derecho y ellos pueden administrarla mejor que nadie. Acapararla supone ponerle precio a voluntad. Panorama: si usted tiene con qué pagarla, beberá según su bolsillo, si no tiene para ello: morirá de sed.
El sistema de corte economicista imperante es perverso, pero dadas sus manifestaciones cada vez más extremas, se evidencia criminal para la vida del planeta incluida la del hombre.
La recarga de los acuíferos se da por filtración de agua de lluvia local, pero además y sobre todo por corrientes subterráneas nacientes en los bosques por acumulación de la lluvia retenida entre las raíces de árboles y pastizales serranos que también la filtran. Los bosques han sido talados sin control y los pastizales sobreexplotados.
Alterar un sistema prohíbe sus funciones originales y altera la existencia y funciones de otros sistemas con los cuales se entrelaza, originando repercusiones locales, nacionales y mundiales en la vida entera del planeta.
El quehacer de los legisladores es formular leyes que atiendan al bien común. Conforme hemos visto, se necesitan estudios que abarquen sistemas y funciones tratando de ajustar necesidades sociales con la naturaleza y sus ciclos. En este caso, es necesario un profundo estudio multidisciplinario del sistema total de las cuencas, lo que implica conocer terrenos, climas, altitudes, volúmenes, ciclicidad, aguas profundas y su localización, sanidad y posibilidad de extracción, tipo de explotación, estudios sociales, encauzado todo ello al bienestar colectivo. Ello posibilitaría una visión amplia que permitiera resultados positivos. Un estudio de este tipo es costoso, pero menos que los resultados que ahora vemos por falta del mismo y que favorecen soluciones parciales, inútiles o contraproducentes. Sin un estudio de cuencas es imposible un plan de manejo correcto.