El sábado pasado, el gerente técnico del Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento de Torreón (Simas) participó en un programa de radio en el que desmintió el reporte publicado en El Siglo de Torreón el 19 de febrero señalando que 23 de los 77 pozos de la red de agua potable de la ciudad presenta niveles de arsénico superiores a la norma.
Salmón, lamentablemente, no ofreció ninguna evidencia, ningún documento, nada, que sustente su desmentido. Afirmó que Simas tiene mediciones hasta abril de 2007, cuando las publicadas en este diario correspondían a septiembre de 2007. Pero no aportó las mediciones que, según él, fueron hechas por el organismo operador.
Desmentir sin pruebas es tan fácil como denunciar sin sustento. Pero El Siglo de Torreón cuenta con el documento del Laboratorio del Simas, el cual fue obtenido por una fuente dentro de la empresa que pidió el anonimato, pues no fue posible obtener el documento de manera oficial. Los números fueron avalados por especialistas que señalaron coincidencias con otros muestreos elaborados por la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Coahuila y la Comisión Nacional del Agua.
Ninguna de esas evidencias llevó Salmón al programa de radio. Ni siquiera su jefe, el gerente de Simas, Alberto Díaz de León, buscó desmentir el documento cuando fue publicado, sino que se limitó a admitir que no lo conocía.
Además, quizá de manera involuntaria, Salmón prácticamente admitió negligencia en el organismo operador al afirmar que las últimas mediciones de arsénico que tienen datan de abril de 2007. No explicó por qué, siendo el arsénico un problema creciente en el abasto de agua, sus últimas mediciones tienen casi un año de antigüedad y por qué no tienen más recientes.
Si quiere desmentir el reporte de El Siglo, Salmón debe presentar las mediciones que el Simas toma como correctas. Es lo menos que puede hacer como funcionario público. Nada se gana con atacar al mensajero, buscar enterrar el debate y ocultar información de la empresa, como si el Simas fuera un organismo privado. Que el Simas haga públicas sus mediciones y tengamos una discusión abierta es lo que la comunidad requiere y no que los funcionarios manejen la información a su antojo.
Lo mismo deben hacer los organismos operadores de agua de Gómez Palacio y Lerdo, cuyas mediciones de arsénico más recientes son de hace dos años o más. Los mismos organismos cuyos directivos declaran que el agua de sus redes no tiene contaminantes, pero no ofrecen los documentos para avalar sus dichos.