En sus orígenes, las misas católicas eran celebradas en arameo y hebreo, idiomas de los Apóstoles; en el año 250 d.C. se empezó a utilizar el latín y en la Iglesia del Imperio Occidental en el año 380 d.C. A partir del Concilio de Trento, en el Siglo XIV, San Pío V codificó que todas las misas en el mundo católico fueran en latín para unificar la fe –de ahí el nombre de “Misa Tridentina”-, y el Concilio Vaticano Segundo en los años 60s decretó que los servicios serían en el idioma de los oyentes, es decir: castellano en España y América Latina, alemán en Alemania, etc.
Hace 40 años un grupo de clérigos franceses y suizos ultra tradicionalistas se negó a aceptar el cambio y su líder, el fallecido Marcel Lefebvre fue excomulgado. Ahora, el Papa Benedicto XVIl está permitiendo un mayor uso de la misa en latín, expresando: “lo que era sagrado para generaciones anteriores permanece sagrado hoy, y no puede ser simplemente prohibido” y se cree que con el regreso a las misas tridentinas se busca cerrar la escisión con los seguidores de Lefebvre, aunque Juan Pablo II ya había permitido a los tradicionalistas celebrar este tipo de misas, sólo con el previo permiso de los obispos locales. Para el Papa actual la misa en el idioma del oyente será la “forma normal” y en latín la “forma extraordinaria”.
En nuestra ciudad, a petición expresa a la Diócesis de Torreón por la Asociación Una Voce, que sólo se dedica a organizar misas tridentinas a nivel mundial, se realizará una ceremonia en latín el 13 de febrero a las 20:30 horas en la Catedral del Carmen, oficiada por monseñor Francisco Castillo. Se estima que la última misa en La Laguna en ese idioma fue en el año de 1965. Además de la variante del idioma, el sacerdote oficia de espaldas a los oyentes, se utiliza la cabeza tapada en las mujeres y la comunión se da a los fieles arrodillados al frente del altar.
Siento que será una experiencia hacia el pasado el asistir el día 13 de febrero a la Misa Tridentina como cuando uno era joven.
