Se tiene la idea de que conservar las amistades es algo difícil, y sí lo es de algún modo, pero en realidad es fácil cuando se le dedica tiempo y esfuerzo, como el conservar un trabajo, sostener una familia, llegar a una meta, etc.; cuesta algo, pero se puede lograr. Lo mismo sucede con la amistad: debemos cultivarla para que dé frutos.
En días pasados mi amiga Carolina Jover de Obregón cumplió años y reunió a sus amigas en su casa para compartir ese acontecimiento. Carolina y Carlos, su esposo, son personas muy joviales, llenas de actividades relacionadas con la convivencia entre personas; por ejemplo, un día juegan cartas con algún grupo, otro día acuden a reuniones con personas que gustan de la música bohemia, otro con quienes gustan de disertar sobre literatura, otro con la poesía, acuden a museos, conciertos, etc., total que sus amistades son muy disímbolas y ellos disfrutan compartiendo su tiempo entre amigos.
Sus cumpleaños los festeja por etapas, es decir un día junta un grupo de amigas, otro día a otro y otro día a otro, y así cumple con todas. Ella dice que para poder atenderlas bien, y sí, realmente lo consigue porque te hace sentir que eres aceptada y bienvenida, y eso es un don: el don de la “buena anfitriona”.
Aunque parezca utópico, si las personas en general dedicaran parte de su esfuerzo en hacer amistades, creo que el mundo funcionaría mejor, porque eso es un inicio importantísimo para lograr muy buenas relaciones humanas entre los habitantes de este planeta. ¡Felicidades Carolina!...