Cuando la relación en una pareja se desmorona, se dice que los hijos son los afectados, pero no solamente ellos lo sufren. Generalmente cuando eso sucede los menores quedan a cargo de la madre y es ella quien tiene que cuidarlos y protegerlos; y dentro de esa protección (como factor importantísimo) se encuentra el dinero que se requiere para todas las necesidades que se presenten.
No importa quién pueda ser el culpable de que la relación fracase, la realidad es que los hijos van a parar a manos de la madre. Ya sea por el “instinto materno”, la “irresponsabilidad del hombre”, o lo que sea, el caso es que el padre no se hace cargo del cuidado de la familia, excepto en lo que toca a la manutención porque la ley lo obliga. Sin embargo, aún siendo esa su única responsabilidad legal (porque la responsabilidad moral debiera asumirla sin presión alguna), el hombre trata por todos los medios de evadirla. A veces se logra, mediante aspectos jurídicos, que destine a sus hijos en forma automática parte de su sueldo, pero el padre hace “circo, maroma y teatro” para negárselo. Además, independientemente del dinero que se dé, los menores siempre generan gastos extras en las escuelas, o las enfermedades imprevistas, o por ropa, que no se logran solventar con la pensión recibida y la madre tiene que estar “limosneando” el dinero para ello.
Así como se hacen “candados” para captar el dinero y no existan fugas en el pago de impuestos, en las cajas registradoras, en los negocios, en las empresas, así se deberían de crear “candados” legales para que los señores se hagan cargo de la responsabilidad hacia sus hijos (todos los que hayan engendrado) desde el momento en que nacen. Si no es así, entonces que no los tengan; para eso está la vasectomía, considerado el método perfecto para planificar la familia.