Según la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, Inglaterra, los gordos son los culpables de la escasez de alimentos y el agua, del consumo excesivo de combustible, del efecto invernadero y del calentamiento global.
Las personas obesas comen más; por lo tanto consumen más alimentos preparados; por lo tanto gastan más combustible en sus casas (gas, leña, petróleo, etc.).
Como están gorditos, sudan más y requieren tomar mayor cantidad de agua; por lo tanto ayudan a la escasez de ese preciado líquido.
Como están pesados, por lo regular caminan menos; por lo tanto utilizan más el transporte colectivo y los autos particulares; por lo tanto consumen mayor cantidad de gasolina.
En cuanto a los cambios climáticos, el estudio afirma que el 20 por ciento de los gases nocivos surgen de la agricultura y que más comida es igual a más contaminación.
La gente obesa requiere 1,680 calorías para tener una energía normal y mil 200 más para hacer actividades, lo que implica un 18 por ciento más que la gente delgada.
En la actualidad existen 400 millones de adultos obesos en el mundo y la OMS calcula que para 2015 serán cerca de los 700 millones.
No sé qué tanta validez tenga esa investigación, pero lo que sí es verdad es que la obesidad perjudica la propia salud física y la autoestima, por lo que es fatal que, además de esto, se les atribuya una culpabilidad que en realidad recae en todos y cada uno de los habitantes del planeta Tierra por la sobrepoblación, la corrupción de los gobiernos que producen malas estrategias alimentarias, la mala distribución de la riqueza, los malos hábitos enseñados a través de muchas generaciones y la pobreza, porque la falta de dinero es un gran obstáculo para que las personas coman adecuadamente.
