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Psicomentarios / PAUL NEWMANN

Coty Guerra

El 26 de septiembre pasado falleció Paul Newmann, actor de reconocidísimo prestigio; con una extraña duración de 50 años de matrimonio (recuerden que estamos hablando de una persona de la farándula); quien se aventuró con éxito en la producción y dirección de filmes; con incursión, también exitosa, en el mundo de la gastronomía; deportista ganador de premios en el ramo del automovilismo; filántropo a nivel internacional; pero, sobre todo, en su época era uno de los hombres más guapos del mundo. Y a esto último es a lo que me voy a referir.

Todos los medios han dicho sobre su actuación, su matrimonio, la pérdida de su hijo, los premios ganados y los perdidos, etc., pero, yo quiero escribir sobre lo bello que era como representante del género masculino. En nuestra época crecimos con el culto a la belleza clásica; de pequeñas en los cuentos ilustrados y las películas de Walt Disney con los príncipes de Blanca Nieves, La Bella Durmiente y La Cenicienta, los cuales, por ejemplo, eran unos señores muy bien plantados y varoniles; en nuestra preadolescencia y la adolescencia los actores de entonces eran guapísimos: Cary Crant (Charada); Robert Taylor (El puente de Waterloo); Lawrence Olivier (Cumbres Borrascosas); Marlon Brando (Sayonara); Montgomery Cliff, antes de su accidente, (Un Lugar Bajo el Sol); Clark Gable (Lo Que el Viento se Llevó); Rock Hudson, que en aquel entonces no se sabía que era homosexual, (Gigante); James Dean (Rebelde Sin Causa); Marcello Mastroianni (La Dulce Vida) y, naturalmente, Paul Newmann (Desde la Terraza, con la escultura de Rodin, El Beso, de fondo). Todos ellos, afortunadamente, eran iguales de guapos que talentosos. Ahora existen Brad Pitt, Leonardo DiCaprio, Tom Cruise, etc., pero no tienen la estampa de los anteriores.

El cine posterior, rindió culto más a la actuación que la belleza y aparecieron Jean Paul Belmondo, Depardieu, Anthony Quinn, Jack Lemmon, etc., todos ellos con películas dignas de verse, pero sin la emoción de la galanura de los primeros. Aunque después las mujeres de mi época hallan optado por los feos para noviazgo, matrimonio, o lo que sea, (no olviden que las féminas se enamoran y no ven más allá de sus narices), siempre quedará el recuerdo perenne de haber disfrutado de actores guapísimos de la talla de Paul Newmann. Descanse en paz.

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