“Abrumador ‘No’ a la reforma energética” publicó a ocho columnas el periódico “La Jornada” el “Reforma” por el contrario, informó de la indiferencia con que la ciudadanía de esta capital tomó la consulta sobre la reforma petrolera, que con tanta enjundia organizó nuestro jefe de Gobierno.
Por mi parte, lo que puedo atestiguar sobre el tema, es que además de la casilla donde a las doce de la mañana escasamente habría votado una decena de personas antes que yo, las otras dos que visité por pura curiosidad, sin votantes ni nada qué hacer, eran la pura aburrición.
Si mis matemáticas cebolleras no fallan, las cuentas salen más o menos así: si de un padrón de seis millones de ciudadanos acudieron a las urnas 829,028 como Marcelo Ebrard asegura, esto significa la abstención de aproximadamente un 80% de ciudadanos que por apatía o desconocimiento, prefirieron dejar la decisión a quienes mejor informados sobre el tema -entre los que se encuentran los intelectuales más calificados del país- lo han discutido exhaustiva y públicamente durante varios meses.
En todo caso, se invirtieron recursos públicos en una consulta del todo innecesaria puesto que ya AMLO había anticipado el “No”, y ahora ante los resultados de la consulta, exige sin tartamudear, que “se respete la decisión de la ciudadanía”, y como ya nos tiene acostumbrados, amenaza con movilizaciones y resistencia civil “pacífica” si se insiste en “entregar el petróleo”.
Es inevitable recordar que el hombre que ahora se opone tan enfáticamente a la reforma energética, es el mismo que cuando se consideraba candidato indestructible, la incluyó dentro de su “Proyecto de Nación” y así quedó asentado en el libro del mismo nombre por si alguien lo duda.
Contradecirse ahora es de cualquier modo una espléndida posibilidad para reciclarse y emprender nuevamente la carrera presidencial con miras hacia el año 2012, a la que por cierto ya se le adelantó su carnal Marcelo ¡Y ahí los quiero ver!
Pero prometo no hablar más de un asunto que al menos por acá, ya nos tiene hasta la cachiporra. Estamos en vacaciones y lo reiterativo de la consulta es sólo parte de la aburrición y el hartazgo que empieza a invadirnos a quienes hemos rebasado con mucho las dosis de AMLO, de Ebrard y para colmo, de niños sueltos por la vida porque no tienen escuela a dónde ir.
Los pobres padres de familia ya no pueden ni con su alma porque las vacaciones son largas y los chiquillos -insaciables depredadores- exigen atención y movimiento continuo para no aburrirse ni un minuto, porque el aburrimiento (que por cierto les haría tanto bien para avivar la imaginación) se ha convertido en uno de los pecados más imperdonables de nuestra civilización.
La cartelera de cines y teatros, como casi todo en estos días, está destinada a un público infantil; a los mayores que nos muerda un perro.
Los extenuados padres de los post modernos niños, deben diseñar un programa novedoso para cada día: la película de moda, el parque de atracciones, una excursión, un desfile, un acto de magia, un concierto de rock, un cumpleaños o lo que sea para mantener a sus pequeños vampiros entretenidos y contentos. Se ven cuesta arriba las dos semanas que faltan para que “caminito de la escuela, apurándose a llegar” los chiquillos regresen al pupitre, a los libros, a los deberes escolares y a todo aquello que con suerte los convertirá en gentecita de provecho y de razón.
Tampoco se piense que soy Cruela de Ville, lo que ocurre es que una vez más creí en la felicidad de viajar en familia, y como siempre que lo hago, regresé sintiendo lástima por mí misma y sin acabar de entender de dónde sacan mis hijos que el único propósito de mi vida es agasajar a sus vampirillos sin perder en ningún momento la compostura y el buen humor. Perdón por agobiarlos con mis frustraciones, prometo buscar un rincón dónde aburrirme a solas.
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