Aunque en rigor el Partido Revolucionario Institucional fue fundado en enero de 1946, insiste en evidenciar su filiación del creado el 4 de marzo de 1929 a instancias del ex presidente Calles y por eso hoy festeja su aniversario número 89. Su auditorio principal lleva el nombre de ese caudillo, reconocido como generador del poderoso mecanismo de poder que entre otras expresiones de su eficacia llevó a la Presidencia de la República a doce candidatos, desde Pascual Ortiz Rubio hasta Ernesto Zedillo.
Este año ese partido, antaño invencible, tiene motivos de festejo, aunque no todos pueden ser reivindicados como propios de la organización en su conjunto. En 2007 recuperó la gubernatura de Yucatán y triunfó -y en algunas de ellas hasta arrasó- en las elecciones legislativas y municipales de media docena de entidades, con lo que resarció parcialmente la colosal derrota a que lo condujo Roberto Madrazo en el proceso federal de 2006, y que su actual presidenta, Beatriz Paredes, resintió directamente como candidata al Gobierno del Distrito Federal.
Hace un año ella misma compensó su derrota capitalina asumiendo la presidencia nacional del partido, que ganó en su segundo intento, pues la primera vez la fórmula (que ahora se antoja imposible) Madrazo-Elba Ester Gordillo la derrotó a la mala, sin que ella resolviera oponerse a una victoria mal habida, perpetrada por una pareja cada uno de cuyos integrantes, con sus metas y estilos propios, debilitaron al partido.
Esa es una de las razones del discreto desempeño de Paredes al frente del priismo nacional. Otra es la poliarquía que sustituyó en ese partido el mando único operado por el presidente de la República. Hoy el poder político y financiero en el partido, antaño centralizado, está repartido en muchos factores, tantos que difícilmente puede reconocerse que los gobernadores más audaces e inescrupulosos sigan siendo priistas. Consta que varios de ellos (citemos sólo a modo de ejemplo a Eduardo Bours y Eugenio Hernández, de Sonora y Tamaulipas) aportaron su colaboración al triunfo de Felipe Calderón, y su actuación local se dirige más a satisfacer sus proyectos personales que a empujar la recuperación federal del PRI en las elecciones legislativas del año próximo.
La marcha misma de la dirección nacional priista ha sido más lenta de lo que necesita un partido urgido de reconstruirse. En cierto sentido, carece de secretario general, pues el senador hidalguense Jesús Murillo Karam está concentrado en sus funciones legislativas y en su trabajo político al lado de Manlio Fabio Beltrones. El resto del comité se integró con dificultad en abril pasado y en este febrero, antes de cumplir un año, experimentó un leve reajuste, motivado según se justificó por la nueva legislación electoral. Sólo en junio pasado fue nombrado el presidente de la Fundación Colosio, que fue pensada para ser el centro de estudios que proveyera al partido de sus planes y proyectos y hoy, bajo la dirección de Francisco Rojas, se esfuerza no tanto en proporcionar elementos firmes para el debate en materias estratégicas, sino apenas en convocar a foros de discusión sobre la reforma energética, cual si se tratara de un espacio académico y no político.
No deja de haber en esos debates tomas de posición de los priistas conocedores o interesados en el tema, pero distan de constituir el esquema partidario que rija la actuación de sus legisladores e impida el espontaneismo y con mayor razón la mera expresión de intereses particulares. En el número dos de Forma, el órgano de difusión de la Fundación Colosio se exponen estudios y opiniones contrastantes sobre Pemex, presentados por Rojas mismo, que dirigió ese organismo público, por Francisco Labastida, el ex candidato presidencial que ahora encabeza la comisión senatorial de energía, y por su antagonista Manuel Barttlet quien supone (no en el texto de Forma, sino en declaraciones a Javier Solórzano, de apenas ayer), que Labastida es favorable al parecer panista sobre la reforma necesaria. Es de especial importancia el estudio formulado por David Ibarra, ex secretario de Hacienda, que concluye diciendo que “no se trata simplemente de salvar a Pemex simbólico, sino de salvaguardar el verdadero interés nacional, de evitar que en aras de la supuesta superioridad de los mercados internacionales se entreguen recursos y se cierren avenidas al crecimiento propio. Se trata también de poner orden en un manejo peculiar de la macroeconomía que exige la destrucción o venta de las mejores empresas mexicanas públicas o privadas, mientras la producción y el empleo se debaten en una especie de cuasi-estancamiento crónico”.
Tan lejos se halla el material aparecido en Forma de ser insumo para una posición partidista, que se incluyen posiciones del Consejo Coordinador Empresarial, del ex diputado panista Francisco Xavier Salazar Diez de Sollano, y de Rogelio Ramírez de la O, que fue el principal asesor económico de Andrés Manuel López Obrador durante su campaña presidencial.
(Pluralidad análoga se hace evidente en la revista Examen, también del PRI, porque su finalidad no es fortalecer la doctrina partidaria sino discutir temas de actualidad. Publicación mensual a cargo del Comité nacional editorial y de divulgación, ha sido confiada por su presidente Heriberto M. Galindo Quiñones a las profesionales manos de los periodistas Miguel López Azuara y Joel Hernández, que la dirigen desde el comienzo de su nueva época, a partir de septiembre).