En un mundo como el nuestro, con tantas cosas por transformar, mejorar y cambiar, el pecado más grande es no amarse a sí mismo para amar a los demás, y después no sonreír, no iluminar el camino de la vida con el buen sentido del humor. Con él podemos trascender los estrechos límites del ego y conectarnos con nuestra parte vital, noble y espiritual. El poder del humor nos acompaña en el viaje hacia nuestro ser interior, donde se consigue despertar la capacidad de autocuración.
El humor nos lleva a ver la vida desde un punto de vista más positivo, eliminar la angustia y la depresión aumentando el tono de ánimo, el cual nos hace más creativos. Por la mañana cuando el libro de tu vida está en blanco, levántate de buen humor y con pensamientos positivos, repite frases de amor, salud, éxito, bienestar, éstos llegarán por añadidura. Haz de tu vida el privilegio de la unión de los días de abandono con los de radiante felicidad.
No olvides que el humor nos lleva a recibir un gran cúmulo de beneficios físico-mentales que impactan en la salud y en nuestra percepción del mundo, nos lleva a que nos acompañemos en este camino, después de todo somos nuestro mejor amigo, dándonos la oportunidad de abrir los brazos a la vida, dejando de preocuparnos por el futuro, para aprender a vivir a plenitud en el hoy el milagro de la vida.
A Cathy Goodman le diagnosticaron cáncer de mama, sólo que ella creyó con todo su corazón, con toda su fe, que ya se había curado. Cada día repetía continuamente: “Gracias por mi curación”. Ella estaba convencida de que se había curado. Se veía como si el cáncer nunca hubiera invadido su cuerpo. Una de las cosas que hizo para sanar fue ver películas cómicas, todo lo que hacía era reír y reír. No podía permitirse ningún estrés en su vida porque sabía que ésa era una de las peores cosas que le podían pasar mientras se intenta curar.
Desde el diagnóstico hasta la curación transcurrieron aproximadamente tres meses. No se sometió ni a quimioterapia ni a radiación. Esta hermosa historia demuestra los tres grandes poderes en acción: el poder de la gratitud para sanar, el poder de la fe para recibir y el poder del humor y la felicidad para disolver la enfermedad en nuestro cuerpo.
Cathy se inspiró en la historia de Norman Cousins, a quien le habían diagnosticado una enfermedad “incurable”; Cathy tuvo la idea de usar la risa en su sanación. A Norman los médicos le habían dicho que sólo le quedaban unos meses de vida, él decidió poner en marcha el poder de la autosanación. Durante tres meses se dedicó a ver todas las películas cómicas que pudo y a reírse sin parar. La enfermedad desapareció en tres meses, los médicos dijeron que su recuperación había sido un milagro. Al reír, Norman liberó toda la negatividad y también su enfermedad. Una vez más queda claro que el humor… ¡también cura!
Todos venimos con un programa básico de “autosanación”. Te haces una herida y se cierra. Tienes una infección bacteriana y el sistema inmunológico se pone en marcha curándote, la autosanación está a tu disposición, está diseñada para proteger tu cuerpo. La mente, esa que genera tu sentido del humor, tiene el dominio completo sobre la materia, te lleva a visualizar el mundo de armonía que necesitas para que llegue la salud o la felicidad, la riqueza o el éxito, sólo requieres ponerla a funcionar a tu servicio.
Simpliano, el político rico y avaro de Güémez, no daba agua ni al gallo de la Pasión, cierto día fue visitado por las hermanas de la vela perpetua:
––¿Podría ayudarnos para la construcción del asilo?
Sin más ni más sacó su chequera y dijo:
––¿Les parece bien cien mil pesos?
––¡Claro! Que Dios se los pague.
Al día siguiente, al hacer el recuento de la colecta, se fijaron que el cheque no estaba firmado.
––Aquí venimos otra vez, con mucha pena, para que por favor ponga la firma en el cheque, don Simpliano.
––Así está bien señoras, yo quiero que mi donativo sea anónimo.
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