Parece que al alcalde de Gómez Palacio tuvo tiempo de impedir que sus subordinados le metieran un gol con la compra de los megatanques contenedores de agua potable con un valor de ocho millones de pesos.
El día de ayer El Siglo de Torreón publicó un reportaje completo donde da cuenta de la historia de la instalación de dichos recipientes y el costo de los mismos por el organismo operador de agua potable y de drenaje gomezpalatino, conocido como Sideapa.
El detalle es que el proveedor verdadero de las piezas fundamentales funge -aunque apenas haya presentado su renuncia- como director técnico de la propia institución.
Es cierto que por la información disponible, se muestra claramente que el señor Luis Carlos Ibáñez Bueno, debe ser una persona capaz para desempeñar el cargo que está a punto de dejar, ya que cuando se le ofertó la plaza de la dirección técnica, Ibáñez Bueno realizaba obras para el propio Sideapa, consistentes en la reposición de una red de atarjeas y alcantarillado en el bulevar Miguel Alemán, lo que demuestra que tiene conocimientos del tema. Sin embargo, ahondando en la posición embarazosa del brinco de contratista a funcionario, la Secretaría de la Función Pública envió observaciones al Ayuntamiento en relación a la inversión y contrato donde se detectaban irregularidades como falsear información al presentar un acta de entrega-recepción de una obra que a esas fechas no había iniciado y por lo cual solicitaba la reintegración a la Tesorería de la Federación el importe de la obra y la rescisión del contrato.
Esto quedó manifiesto en la cédula de observaciones de la Secretaría, pero al final la obra se llevó a cabo y quedó sin efecto en la práctica.
Peor aún lo que ha sucedido con la historia de la instalación de este tipo de infraestructura, que se lleva a cabo para paliar la baja presión de agua en las tuberías de las casas, para lo cual se almacena un volumen suficiente para poder ser inyectado a la red de distribución con la fuerza necesaria para satisfacer las necesidades de los ciudadanos.
El problema es que desde la Administración pasada, las obras correspondientes han dejado mucho qué desear, tal es el caso del tanque Centenario -sito en Francisco Villa y Lázaro Cárdenas, inaugurado en septiembre de 2006 y que formaba parte de un proyecto integral llamado Macrocircuito Centenario, que beneficiaría a 60 mil habitantes- cuyo problema de desabasto es que aunque el tanque estuviera bien armado, lo deteriorado de las líneas de conducción y con pérdidas del vital líquido, 40% en algunos casos, impedían su distribución.
Sin embargo, José Miguel Campillo Carrete, actual director del Sideapa, reconoce que el proyecto costó once millones de pesos, pero sólo sirve a 3 mil usuarios, ya que los más de 80 mil que deberían disfrutar del beneficio, todavía padecen la baja presión.
Otro tanque más, el San Antonio, ubicado en el fraccionamiento Ampliación San Antonio, costó 3 millones, pero apenas fue echado a andar y surgieron fallas como fugas que obligaron a suspender su llenado.
Es muy difícil atreverse a lanzar una aseveración de que algo chueco está detrás de todo esto. La realidad es que cuando El Siglo de Torreón preguntó al alcalde Ricardo Rebollo, éste declaraba en primera instancia tener información que a la postre le resultó imprecisa, acerca de la operación de las instalaciones hidráulicas en cuestión. Luego, al saber que la licitación de 8 millones iba para la empresa que a su vez le compraría los grandes tinacos a una compañía de Luis Carlos Ibáñez, de plano se optó por la renuncia del propio Luis Carlos.
No hagas cosas buenas, que parezcan malas, es la lección de este asunto. Rebollo se vio en apuros por este tipo de cuestiones que nada le ayudan si su pretensión es lograr el consenso de la ciudadanía lagunera de que Gómez Palacio puede contar con una Administración eficaz, y dejar un poco atrás, la percepción de que se trata de una ciudad sin ley.