La matanza de una familia de origen lagunero en Los Ángeles la noche del 24 de diciembre dejó a 13 niños y adolescentes huérfanos.
Como se reportó, esa noche Bruce Pardo llegó vestido de Santa Claus a la casa de José y Alicia Ortega, padres de su ex esposa, Silvia. Armado con cuatro pistolas y un tanque de gas comprimido, disparó contra los familiares presentes en la fiesta de Navidad y luego le prendió fuego a la casa.
José Ortega y Alicia Sotomayor, quienes se casaron en Torreón hace 53 años, murieron en el incendio, así como cuatro de sus cinco hijos, Jaime, Carlos, Alicia y Silvia, las esposas de Jaime y Carlos, y un nieto, hijo de Alicia. Pardo se suicidó después de escapar.
Jaime Ortega y su esposa, Teresa, tenían tres hijos que sobrevivieron a la matanza. Carlos y su esposa Cheri dejaron cinco hijos. A Silvia le sobreviven tres hijos de un matrimonio anterior, mientras que Alicia dejó dos hijos. Son siete mujeres y seis hombres, de edades que van de los seis a los 22 años.
Fue un hijo de Carlos quien avisó de la tragedia a sus familiares en Torreón, con quienes la familia Ortega tenía una relación cercana.
Mientras los habitantes de Covina, un suburbio de Los Ángeles donde vivían los Ortega, intentan comprender la brutalidad de la matanza, el diario Los Angeles Times reportó ayer que en la comunidad crece la preocupación por los nietos de la pareja Ortega-Sotomayor.
“Hay un sentimiento total de impotencia”, dijo al LA Times, Walt Allen vicealcalde de Covina. “Pero nuestra principal preocupación son los hijos”.
Los sobrevivientes lograron escapar de la casa y están bajo la atención de un equipo de especialistas para darles atención psicológica.