Las autoridades chinas esperaban que los Juegos Olímpicos fueran el momento clave para la aceptación a nivel global de su régimen, pero al parecer no será así, el problema con el Tíbet, el terremoto en Sichuán y las amenazas de más atentados han empañado la cita deportiva. (Fotografías de AP y Archivo)
China quería ser el anfitrión de las mejores Olimpiadas, pero ahora se conforma con que el evento transcurra sin incidentes.
La cuña publicitaria encargada por el Gobierno chino tenía como propósito imponer a las mentes extranjeras una nueva, positiva imagen de China previo a las Olimpiadas de Beijing.
Pero, en lugar de ser difundida a nivel mundial hace más de dos meses, como estaba planeado, la cuña publicitaria, de 30 segundos de duración, recién ahora llegará a los televidentes, tras ser postergada a raíz de los disturbios en Tíbet, un terremoto devastador y una ola de críticas internacionales.
Las esperanzas del Gobierno de China es que las Olimpiadas que se inauguran hoy viernes serían un momento capital para su gloria nacional y para la aceptación a nivel global de su régimen. Pero esas esperanzas han quedado maltrechas y la decepción ha dejado a muchos chinos resentidos, y sintiendo que la prensa internacional los trata de manera injusta.
Los chinos “trataron con ahínco de impresionar al mundo y demostrar que su país merece respeto y reconocimiento”, dijo Xu Guoqi, un historiador nacido en China y que es profesor en la universidad de Kalamazoo, en Michigan. “Pero Occidente usó el relevo de la antorcha olímpica y los juegos para avergonzar al país y recordar con frecuencia a los chinos que no son lo bastante buenos”.
Tal vez en la televisión global, las Olimpiadas luzcan como un evento perfecto, pese a preocupaciones por la contaminación del medio ambiente, las abrumadoras medidas de seguridad y las restricciones a la prensa. El entusiasmo entre los chinos por sus atletas sigue siendo muy alto. Pero los funcionarios, que en una época se congratulaban de ser anfitriones de los mejores Juegos Olímpicos de la historia, se conforman ahora con que el evento transcurra sin incidentes.
Los temores acerca de actos terroristas y de protestas han saltado a la primera plana, luego que el 4 de agosto dos atacantes mataron a 16 policías e hirieron a otros 16 en la provincia occidental de Xinjiang.
Los dos atacantes arrestados en el lugar del incidente eran uigures, un grupo minoritario musulmán, algunos de cuyos miembros han protagonizado violentes rebeliones contra el Gobierno chino.
El mes pasado, una agrupación extremista uigur que se cree opera desde un sector montañoso de Pakistán difundió un video en el que amenazaba con lanzar ataques durante los Juegos Olímpicos.
En su puja por obtener la sede de las Olimpiadas hace siete años, los funcionarios de Beijing dijeron que los juegos permitirán acrecentar la interacción con la comunidad internacional y alentar mejoras en los derechos humanos y en la libertad de prensa. El Gobierno chino convocó a publicistas del partido Comunista a desarrollar formas especiales de atraer a extranjeros, y a alentar el entusiasmo popular en el país. Un lema que se hizo muy conocido fue “Hay que integrarse con el mundo”.
Como parte de la campaña, se hizo la cuña publicitaria que debía exhibirse hace dos meses en los televisores de todo el mundo. Fue la primera cuña encargada por el Gobierno de Beijing para el mercado de ultramar. Debía propalarse en mayo en CNN, la BBC y otras emisoras con alcance internacional. La cuña debía mezclar imágenes de antiguas y pintorescas ciudades con otras ultramodernas de Beijing y Shanghai.
Y entonces, la realidad intervino. El famoso director norteamericano Steven Spielberg, invitado como asesor para la ceremonia de apertura de las Olimpiadas, se retiró. En cambio, denunció el respaldo de Beijing al Gobierno de Sudán, acusado del asesinato de cientos de miles de personas en la provincia de Darfur. Y luego vino la insurrección en Tíbet, que convirtió la ceremonia del relevo de la antorcha olímpica en una serie interminable de protestas.
Y de repente, la prensa internacional, especialmente en Occidente, sólo pareció mencionar los boicots que planeaban algunos gobiernos contra las Olimpiadas -y que no se concretaron- o hablar de la idoneidad de las autoridades chinas para ser anfitrionas de los juegos.
La imagen de China en el mundo sufrió bastante. Una encuesta realizada por el Proyecto Pew de Actitudes Globales descubrió que durante el último año, la opinión favorable sobre China había descendido en nueve de 21 países cuyos ciudadanos habían sido entrevistados. La caída fue muy fuerte en Francia y en Japón.
A raíz del deterioro en la imagen de China, la cuña publicitaria volvió a ser pospuesta. Y luego que 69 mil personas murieron en mayo, en un terremoto en Sichuán, y se propalaron imágenes de furiosos padres chinos denunciando que algunas escuelas se habían derrumbado sepultando a sus hijos debido a la deficiente construcción, como resultado del empleo de materiales de baja calidad, se decidió nuevamente poner a la cuña en el congelador.
Guo Changjian, funcionario de la Oficina de Información del Consejo de Estado, a cargo de la cuña, dijo que CNN y la BBC podrían finalmente propalar el aviso poco antes de la inauguración de las Olimpiadas, el 8 de agosto. Pero ambas redes de televisión se negaron a comentar sobre el tema.
Entre tanto, el humor ha cambiado en la dirigencia china, y en su pueblo, que acusan a Occidente y a su prensa de tratar de empañar el evento.
China le pide a Bush que no se entrometa
Mientras China reaccionaba molesta ayer a las críticas de George W. Bush -quien reprochó a Beijing por reprimir a sus propios ciudadanos- diciéndole diplomáticamente que no se entrometa en sus asuntos, el presidente estadounidense llegó a la capital china.
Bush llegó ayer por la noche en la escala final de su gira por tres naciones de Asia. Su visita ocurre en medio de una atmósfera de tensión debido a sus declaraciones horas antes en Tailandia, donde dijo que ya era tiempo que China conceda más libertades a su pueblo.
Bush ha dicho que él quiere disfrutar de algunas de las competencias de los Juegos Olímpicos, pero que también hablará con el presidente Hu Jintao sobre los derechos humanos y asuntos bilaterales.
“Nos oponemos con firmeza a cualquier palabra o acto que interfiera en los asuntos internos de terceros países, usando los derechos humanos, la religión y otros temas”, dijo el vocero del Ministerio del Exterior Qin Gang en respuesta al discurso de Bush.