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QUEHACER EMPRESARIAL

Después del súper martes de elección presidencial en el país más poderoso del orbe, parece que cualquiera de los dos candidatos que ganen la elección habrán obtenido el premio de la “rifa del tigre”, un tigre que ellos mismos buscaron con anhelo y particular encomio.

El nuevo presidente tendrá que tomar en sus plataforma de gobierno ciertos tientes de corriente “socialista” si es que en EEUU pueda usarse ese término de manera amplia prometiendo el cambio social y el bienestar para todos los grupos étnicos en los Estados Unidos.

Bienestar….¿qué es lo que realmente quiere la gente?....y quizás la respuesta más simple sea: un buen empleo. Un empleo es la clave del ingreso familiar y la piedra angular del fundamento del bienestar y es aquí donde el nuevo presidente de los norteamericanos tendrá una durísima tarea por realizar.

Los Estados Unidos enfrentan la tasa más alta de desempleo abierto desde la recesión de 1929 con casi un 7%, quiere decir que de cada cien personas económicamente activas en el vecino país, siete carecen de empleo. De hecho el crecimiento del desempleo comenzó a fraguarse desde las épocas de la entrada en vigor de los Tratados de Libre Comercio que los norteamericanos suscribieron con México, Canadá, Chile, Centroamérica y la apertura comercial de China, cuándo un buen número de empresas estadounidenses salieron de los Estados Unidos aprovechando toda clase de facilidades para establecerse en otros países, sin embargo y en aquél entonces, el entonces presidente Clinton encontró la fórmula para reactivar la economía norteamericana ante la pérdida de empleos industriales, ésta fórmula fue reactivar el mercado de la construcción así como los servicios corporativos (para controlar desde EEUU a las fábricas fuera del país) y alentar el crédito hipotecario y mejor aún, permitir la bursatilización de los pagarés hipotecarios, esto es que los bancos e hipotecarias podrían pedir prestado en el exterior vía bonos teniendo como garantía la misma cartera hipotecaria.

Así pues en los ochentas a la par del auge maquilador en México y otros países, los Estados Unidos iniciaron su propio auge vía la construcción sobre todo de viviendas y residencias con la principal característica de ser casas prácticamente desechables, construidas en su mayoría, de tabla roca y madera con terminados muy vistosos y con una vida útil no mayor a diez años.

Era precisamente la corta vida de las constricciones lo que aseguraba un auge en la reposición de las mismas casas y en la reactivación constante del crédito. Al haber negocio en la constricción, rápidamente se reactivaron otros servicios y la necesidad de trabajadores baratos y bien hechos se hizo presente con la consiguiente migración de mexicanos hacia los Estados Unidos. La fórmula del auge económico de Clinton había funcionado.

Hoy a más de quince años de distancia, las cosas no sólo podrían estar peor, sino que no se ve la salida en el corto plazo, la euforia de la construcción termino al haberse agotado la capacidad de pago (más no de consumo) de los norteamericanos, la fórmula de prestar dinero una y otra vez sobre una misma casa acabó convirtiendo a los créditos mucho más caros que el propio valor de la casa además de una torpe política de guerra de George W. Bush que termino endeudando aún más al vecino país.

Decía que la tarea del nuevo presidente norteamericano es restaurar la economía, cómo, quizás ni el mismo lo sabe a ciencia cierta, lo que sí es cierto es que México recibirá más de ocho millones de paisanos que regresaran entre diciembre y mayo sin trabajo, sin dinero y a sus pueblos en dónde el bienestar lo daban la mismas remesas que hoy los repatriados enviaban.

El esquema de gastar más en obra pública por parte del presidente Felipe Calderón en aras de fomentar el empleo se antoja bien intencionado pero totalmente insuficiente. Nuestra marcada dependencia por el consumo de bienes y servicios de los Estados Unidos otra vez nos pasará la factura trayéndonos desempleo y miseria al campo y a las áreas urbanas más pobres.

Tarde nos damos cuenta que más allá de los Estados Unidos existen otros países que requieren de nuestros productos, Centro y Sudamérica requieren de alimentos y partes metalmecánicas que bien pueden hacerse en México, Europa se ha cansado de promover el intercambio comercial con México, pero nosotros estuvimos y estamos cegados por el oropel americano que ahora vemos está respaldado en prácticamente nada.

Si esperamos que el nuevo presidente de los Estados Unidos establezca una política migratoria para los paisanos en México, que de un trato mejor a los indocumentados y que su gobierne genere los empleos necesarios para que nuestros paisanos no se regresen a México…..simple y sencillamente estamos totalmente equivocados. Lo que necesita EEUU es restablecer el empleo en su propio país pero primero y antes que nadie para los mismos norteamericanos.

Así que la relación de hermandad y ayuda de Estados Unidos a México definitivamente tendrá que esperar otros tiempos. No es tan importante para los mexicanos quién gane entre Obama y McCain, lo importante es que el nuevo presidente de EEUU primero arregle el desorden en su propia casa y luego salga a preocuparse por los demás.

El autor es rector de la Universidad

Internacional Mexicana – Durango.

rodolfo.luna@uimdgo.com

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