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Realidad de Pemex

Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“El horizonte está en los ojos y no en la

realidad”.

Ángel Ganivet

“No podemos seguir negando la realidad: las reservas del petróleo están disminuyendo y alcanzan sólo para nueve años al ritmo de producción actual. Estamos importando el 40 por ciento de la gasolina que consumimos los mexicanos y la producción ha caído también”. Uno podrá ser partidario o no del presidente Felipe Calderón, pero ésta es la realidad.

En 2004, la producción mexicana de petróleo crudo era de 3.8 millones de barriles diarios; en marzo de 2008, fue de 3.2 millones. En 2003 la importación de gasolina y otros petrolíferos fue de 2,423 millones de dólares; para 2007 ascendió a 16,938 millones. Tan sólo en los tres primeros meses de 2008 esta importación alcanzó los 4,935 millones de dólares; estamos así en camino de rebasar los 20 mil millones de dólares en este 2008.

La iniciativa de reforma del presidente es, si acaso, muy limitada. Cualquier analista profesional recomendaría acciones mucho más vigorosas para aumentar la producción y la competitividad de nuestra industria petrolera. Pero el presidente se ha visto obligado a limitar su propuesta a la regla establecida por el PRI de que no habrá modificaciones a la Constitución.

La oposición a esta reforma es fundamentalmente dogmática y política. El propio Andrés Manuel López Obrador señaló en su Proyecto alternativo de nación de 2004 que “tampoco deberíamos descartar que inversionistas nacionales, mediante mecanismos transparentes de asociación entre el sector público y el privado, participen en la expansión y la modernización del sector energético o actividades relacionadas, siempre y cuando lo permitan las normas constitucionales”. ¿Por qué ahora cualquier rechazo a una asociación con inversionistas? Porque para López Obrador es más importante obstaculizar al presidente Calderón que permitir que el país avance.

¿Son realmente indispensables las asociaciones con empresas privadas? Hay buenas razones para pensar que sí. No dudo que Pemex y el Instituto Mexicano del Petróleo tengan capacidad para explorar y extraer crudo en aguas profundas, en aguas someras, en zonas difíciles de tierra firme como Chicontepec y en pozos marginales como los que se encuentran dispersos a todo lo largo de la costa de Tamaulipas, Veracruz y Tabasco. Tampoco dudo de su capacidad para construir y operar oleoductos y refinerías. Pero el problema es de tiempo. Acometer simultáneamente todos estos esfuerzos trasciende la capacidad no sólo de Pemex sino de cualquier empresa del mundo.

Si queremos dejar a nuestra firma sola, lo más seguro es que nos convirtamos en importadores netos de petróleo mucho antes de que podamos generar una producción que nos acerque a la que llegamos a tener apenas en 2004.

En aguas profundas es donde más necesitamos asociaciones. Pemex simplemente no tiene la capacidad ni la experiencia para emprender en un plazo corto la labor de exploración y extracción. No lo digo yo, que no soy un experto, sino nuestros especialistas como Adrián Lajous, ex director general de Pemex, o Héber Cinco Ley, director del Instituto Mexicano del Petróleo.

En aguas someras Pemex tiene mayor experiencia y capacidad; lo lógico es que concentre ahí sus esfuerzos. En Chicontepec se requiere también de tecnología y de recursos que Pemex por lo pronto no tiene; ahí, también, tienen sentido las asociaciones. La explotación de pozos maduros o marginales no es rentable para Pemex, pero sí lo sería para pequeñas empresas privadas, familiares incluso, como las miles que operan en Texas o en Oklahoma.

Los ductos para transportar petróleo deberían también ser contratados con empresas privadas. Si nadie ha protestado porque el transporte lo hagan pipas privadas, ¿por qué habría de haber oposición a que los ductos, mucho más eficientes, sean privados también?

La refinación, pese a lo que se cree, es un negocio de centavos y no de dólares como el crudo. Por eso Pemex no ha invertido en refinerías en el país. Lo lógico es promover la inversión privada en este negocio y usar los recursos de Pemex para extraer crudo.

Es absurdo pensar, por otra parte, que los países pierden soberanía si permiten la inversión privada en energía. Ni Estados Unidos, ni Canadá, ni Brasil, ni Cuba, ni España, ni ningún otro país del mundo han perdido soberanía por tener inversión privada en energía. Ése es un dogma que no se sostiene. México tampoco pierde soberanía por tener inversión privada en alimentos. Al contrario.

Yo lamento en verdad la resistencia dogmática ante una propuesta que, si peca de algo, es de moderada. Estamos viendo a una clase política dispuesta a cancelar el futuro del país en aras de un presunto avance electoral. Estos políticos no han entendido que para combatir la pobreza y construir prosperidad se necesita inversión.

LIBROS CON DESCUENTO

Este 20 de mayo se presentó en la Librería Rosario Castellanos el nuevo libro de Héctor Aguilar Camín Pensando en la izquierda, un pequeño y elegante volumen de reflexión. Ese mismo día entré a la página del Fondo de Cultura Económica y encontré que la editorial ofrece un descuento de 15 por ciento en la venta del libro por Internet. Otra casa editora está, así, violando la prohibición de vender libros con descuento. Me pregunto si los legisladores que promulgaron la nueva Ley del libro exigirán que se encarcele a la directora del Fondo o si se darán cuenta de la estupidez de lo que aprobaron.

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