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REALIDAD Y PERCEPCIÓN, PARÁLISIS O ESPERANZA

YO, CIUDADANO

Rafael Álvarez Cordero

En una cena reciente con unos amigos, se habló, inevitablemente, de la inseguridad, de los asaltos, de experiencias personales y familiares, del miedo, ese miedo que paraliza, que da taquicardia, que hace sudar las manos, que hace voltear a todos lados cuando salimos a la calle y ver un enemigo o un asaltante en cada persona que se cruza en el camino, miedo que crispa los nervios con cada telefonema a deshora, que hace temer por la vida, por la integridad, miedo, miedo, miedo.

Y hubo quien –con argumentos-, señaló que nuestro mundo, en especial nuestro México, está pasando por una época terrible, que a la inseguridad se le encima la carestía, la grave situación económica, la Crisis, así con mayúscula; todos o casi todos coreaban las palabras de desaliento, de temor, de desesperanza, mientras yo pensaba que el miedo es un sentimiento paralizador.

Y recordé las palabras de un economista cuyo nombre se me escapa, que al hablar del temor, el pánico que recorre el mundo por la crisis, dijo que “un porcentaje del pánico es debido a la realidad, pero otro porcentaje es debido a la percepción que se tiene de la situación”.

Esto es cierto y lo podemos aplicar a la crítica situación en la que estamos todos los mexicanos: la realidad es que hay una crisis: una crisis económica, que no nació en el país, pero es contagio de lo que ocurrió en Estados Unidos y en el mundo y que aquí puede agravarse por las carencias mexicanas: carencias en productividad, en organización, en previsión por parte de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México, carencias en las leyes que no satisfacen las necesidades de los mexicanos y corrupción, corrupción que como aire envenenado se filtra por todos lados y envuelve a nuestro país.

Pero esa realidad lleva a una percepción que es diferente en cada individuo: podemos percibir lo que acontece como el Armagedón, el fin del mundo, la crisis terminal que nos llevará a la aniquilación, o podemos percibirla como un momento difícil, un punto de inflexión, una oportunidad para cambiar lo que tenemos que cambiar, para desechar lo que ya no sirve, para participar más en la vida pública, para hacer valer nuestra opinión, para exigir nuestros derechos, en suma, para no quedar paralizados ante lo que ocurre.

Eso lo expresó claramente Esther Chávez Cano, admirable mujer, al recibir el Premio Nacional de Derechos Humanos. “Si la violencia nos paraliza, significa que los agentes del mal han triunfado”; eso lo materializó Alejandro Martí cuando creó el sistema SOS de denuncias ciudadanas www.mexicosos.org y María Elena Morera, Presidenta de México Unido Contra la Delincuencia, www.mucd.org.mx ambos invitan a que entremos a esas páginas web para participar activamente, ¡el país es nuestro, es el momento de recuperarlo!

Y no es casual que hagamos estas reflexiones en el final del año, cuando, a pesar de los pesares, todos deseamos lo mejor a quienes nos rodean, donde decir ¡Feliz año! no es solamente una frase hueca sino una apuesta por algo mejor; “Feliz año” expresa esa esperanza que renace cada diciembre en la mente de muchos y en el ánimo de muchos más.

Como mexicanos no aceptamos que nos derroten el pesimismo y el temor; como seres humanos tenemos la oportunidad y el derecho de alzar la voz, hacer que nuestra esperanza se convierta en realidad, ¡queremos, exigimos que todo cambie!, y nosotros queremos ser parte de este cambio.

Usted, estimado lector, ¿qué opina?

raalvare@infosel.net.mx

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